miércoles, 20 de diciembre de 2017

LOS DESPOSEÍDOS



"Los desposeídos tienen un mundo que ganar"  
KARL MARX
                                                                       
 "Las leyes son siempre útiles para los que tienen bienes y dañinas para los desposeídos"  
JEAN-JAQUES ROUSSEAU


     En estos últimos días he descubierto -sin demasiada sorpresa, debo confesarlo- que se han agregado otros grupos a la ya renombrada y casi desconocida "lucha de clases". De a poco han ido apareciendo y colándose entre los explotados y los explotadores, entre el proletariado, los campesinos, los asalariados y los poseedores de los medios de producción, un sinnúmero de pequeños -y no tan pequeños a esta altura- grupos de defensores de las veredas, protestantes pacifistas, pacifistas protestantes, reformistas de la lucha a cara descubierta y sin palos ni piedras, impulsores del diálogo y la reconciliación entre matones represores y sus rebeldes reprimidos, ciudadanos de la antigua Grecia, etcétera.
     Entonces ahora, hay que volver a repasar tooodo de nuevo, hay que guardar los libros (que evidentemente no sirven para nada) y sentarse frente a la tele a escuchar a los expertos mediáticos que, con un gran despliegue tecnológico y un bagaje teórico pobrísimo llenos de excusas ridículas, analizan el cuadro de situación y ubican a cada grupo dentro de la Historia. ¿El objetivo final? Clarísimo: defender este sistema democrático, alegar a favor del status quo y convocar con un fuerte sentimiento patriótico una vez más (¡una vez más!) a la unión nacional.
      Sin embargo, estos lúcidos servidores privados no tienen en cuenta un detalle: la Historia no es historia del capitalismo, no es historia de la burguesía, no es historia de la democracia ni de la república. La Historia es historia del Hombre (perdónenme mis preferidas, las mujeres, por no dejarme llevar ahora por la justa reivindicación de género que debería haber modificado ya esta costumbre de hablar del ser humano en términos masculinos exclusivamente. Sólo por esta vez, déjenmela pasar para facilitarme la escritura.). La Historia no se mueve (ni debería ser estudiada o divulgada) dentro de los límites de la moral burguesa, de su falsa ética y sus "buenas costumbres". A la Historia (a sus procesos, a sus hechos y hasta a sus fechas, que tan importantes suelen ser en el ya mencionado bagaje teórico para algunos de los que participan de su defensa) no le podrá caber nunca los prejuicios de los que han aceptado calladitos y sin mosquearse, para poder cambiar el auto todos los años, que ella debe ser de una manera y no de otra. La Historia una y otra vez va a escupirnos en la cara que jamás se acomodará a lo que algunos pretenden que sea. Así como la verdad, ella aparecerá de abajo de la alfombra con toda su mugre, y también sus perlas, a poner las cosas -los Hombres, los procesos, los hechos y hasta la fechas- en su lugar.
     La violencia es la parte sobresaliente de la Historia, no la paz. Hacerse uno el desentendido proclamando la paz de la panza llena y los dolores cuidados a aquellos que una y otra vez son excluidos y golpeados y humillados no va a hacer que la violencia sea un hecho desafortunado, tribal o marginal. No existe la patria pacífica ni existirá jamás una legislación que la construya mientras existan derechos excluyentes basados en la ubicación social y en el poder económico. No es posible la conciliación definitiva entre una panza llena y una vacía, entre los remedios y los dolores, entre los que matan y los que mueren. Se trata, entonces, de sincerarnos de una vez por todas con nuestra supuesta humanidad y hacernos cargo de la Historia y elegir sobre quiénes creemos que se debe ejercer la violencia, si sobre los que se llenan la panza hasta reventar con avaricia, egoísmo y, claro está, violencia; o sobre los que, con la panza y el alma vacía, los han dejado sin otra cosa más que un discurso pacifista estúpido y una maraña de leyes engañosas sosteniendo un sistema que sólo les arroja un palo para intentar defenderse, para tratar de conseguir que ellos y sus hijos no vayan a dormir otra noche en la oscura intemperie del olvido con nada mejor en la panza que una hamburguesa descartada y podrida, con una esperanza en el alma un poco más alentadora que el Reino de los cielos.
     La Historia no la hacen los que ganan (perdón Litto), sólo la cuentan. La Historia la hacemos todos, pero sobre todo la hacen los que luchan, por ellos mismos o por sus semejantes. Creer que existe una Historia dividida en sectores como si fuesen gremios o corporaciones es uno de los grandes engaños de los que la cuentan fraccionada y editada para que el "mundo civilizado" sea el suyo, aquel que supuestamente resuelve sus conflictos en paz, y sin romper nada. Pues bien, yo debo contradecir vehementemente esa máxima y defender la Historia completa, y con ello la de los que rompen para construir algo nuevo que garantice algo más que unas lindas vacaciones en un hotel lujoso o poder comprar basura al precio del tiempo que se traga la muerte. No me interesa conservar el status quo ni manifestarme a favor de los dueños de la Patria y la República ni de los que están siempre preocupados por su trabajo, su vida, sus hijos y su vereda sin que les importe una mierda la mierda que le arrojan a los que no pueden más.
     Porque la Historia también cuenta que, tarde o temprano, los que no pueden más usarán lo que tengan a la mano para escaparse de la telaraña nefasta de los poderosos y los serviles que los defienden a pura bala, a pura muerte. Ellos accionarán los medios que tengan al alcance de sus manos para redireccionar la violencia. Son ellos los que van a cambiar las cosas, porque son ellos los que siempre ponen el cuerpo y los muertos, los que luchan y reclaman lo que les corresponde para ellos y para todos. Todo eso que les han quitado, lo que les ocultan y les niegan quienes hoy se indignan y reclaman cínicamente para que su violencia de clase, egoísta y miserable, se imponga frente a la de esos otros que ya están hartos y jugados, los desposeídos. Esos que esta noche se irán a dormir otra vez con la panza vacía y a la intemperie del olvido. Pero cuidado, mañana puede ser el día...

RR


viernes, 1 de diciembre de 2017

TODOS


     Últimamente, cada vez que acontece una tragedia sobre algún personaje que forma parte del ideario colectivo de cierto sector social (acomodado) y de sus defensores (casi todos intelectualmente desacomodados) se escucha gritar en las calles, se empieza a leer en los diarios y se anuncia con frases rimbombantes en la televisión: tal o cual "somos todos"
     ¿Todos? ¿Quiénes son todos? ¿Quiénes somos todos? ¿Todos somos yo, tu, él, nosotros, vosotros, ellos? ¿Todo..? No, acá debe haber algo mal, porque si todos somos todos, entonces, ¿quiénes son ellos? Todos debemos ser los que podemos escribir todo, los que podemos decir todo, los que podemos... ¿Y los que no pueden? ¿Ellos no son todos, los del culo frío en una casilla en los barrios pobres y en las villas copadas por el narcotráfico al amparo de políticos, jueces y policía..? 
     No, definitivamente ellos no son todos. Porque si ellos fueran también todos tendría que haber cada día una de esas marchas televisadas, con gente buena y honesta empuñando velas y carteles expresando compunciones y dolencias de clase. Gente muy bien vestida que se mueve normalmente en un centro decorado con grandes marcas y monitoreado por cámaras de seguridad. Si ellos fueran también todos habría una de esas marchas a cada hora, a la par de los llantos que se escuchan en esos velorios llenos de gente que, claramente se nota por sus aspectos, no son todos, que son muchos pero que nunca podrán aspirar a ser todos. Porque, al parecer, todos pueden ser algunos personajes con una imagen impecable aunque -permítaseme este desliz prejuicioso- de dudosa moral, o hasta puede ser todos alguna revista extrajera que haya caíso vístima en un revoleo de violencia imparable (siempre y cuando esta revista provenga de algún país central -centro/periferia: teoría de la dependencia, pasada de moda ya pero aun así muy ilustrativa para ciertos casos- y no de esos territorios devastados por gente sin futuro que huye y se ahoga en pos de ser todos sin querer asumir su condición de nadies). 
     Yo no soy quien ni nadie pero a mí me da la sensación de que todos son siempre los mismos, igual que aquellos que no lo son. Será por eso que a veces me enojo mucho con todos y los mando a todos a la mierda y huyo de todos y me encierro entre mis todos y mis nadas, entre mis dolores rebeldes y mis tímidas alegrías, entre la música y los autos viejos y los libros que me hacen acordar a los amores pasados que insisten en ser presente. Y también a veces me hacen acordar a esos otros que viven agazapados en los párrafos y en las voces de algunos que seguramente jamás soñaron con ser todos -aunque ojalá fueran más que unos cuantos-. Es por eso, supongo, que ya no opino de lo que opinan todos, porque no hace falta opinar cuando todos opinan, cuando todos saben lo que pasa y lo que hay que hacer. Si yo no sé nada... Y por eso me siento cada vez más nadie y menos todos. Es más, a veces cuando leo o escucho a algunos que sí son todos siento que es mejor así, que estando ausente de todo, en una de esas, algún día logro ser yo mismo. Seguramente, eso tampoco me va a hacer bienvenido entre todos. Y bueno, todo no se puede. 
     Mientras tanto, sigo creyendo que este mundo de todos, para todos, en realidad no es de nadie ni para nadie, sólo para unos pocos, los de siempre, los de toda la vida, los que necesitan de todos y de nadie. Los que manipulan el incosciente colectivo para poner a cada cual en su vereda, cada cual mirando con desconfianza al otro, cada cual en su juego para que el ganador sea: ...
     ¿Todos? Perdóneme pero en esta también paso. Porque cuando la noche se pone oscura y todos se sientan a ver y escuchar en la tele las razones y las circunstancias por las que todos sufren, adornadas con gráficos y mapas, y comentadas por los expertos (en nada) del momento, afuera, en el frío de la desesperación están ellos, acechando a todos con sus propias razones y sus desgraciadas circunstancias. Así es, están ellos con su música y su vestimenta característica; están ellos: los que matan y los que mueren. Ellos, a los que usan y desechan para que todos sean felices; los que, dicen todos, no sirven para nada. Aunque, claro, sirvan para todos.

RR



DE LA NOCHE A LA MAÑANA

     ¿Qué hora es?.. ¿Ya?.. ¿Y a qué hora se hizo esta hora? ¿Dónde estaba yo cuando esa hora vino y se fue la anterior? Porque se fue, se...