domingo, 6 de octubre de 2019

SUBJUNTIVO


     ¿Adónde van los que no van a ninguna parte? ¿Adónde quedan los sueños ya soñados, los deseos ya cumplidos, los amores olvidados? ¿Dónde están los besos que me diste y que yo juré guardar para siempre? ¿Quién fue el desgraciado que un día nos dijo "siempre" y después tuvimos que aprender a vivir con todos estos "nunca" dándole cuerda a un reloj detenido, con un sinnúmero de contratiempos e imposibilidades que llueven a mares los domingos por la tarde cuando sólo quedan dando vueltas por ahí los suicidas y los sobrevivientes?
     Nos han engañado, querida. Nos han mentido una y otra vez. Mirá afuera, llueve a mares y no hay nadie que nos diga dónde cuernos estamos ahora, qué tan lejos está tu recuerdo de mi memoria, qué tan cerca está tu olvido de esta vida mía que se muere incuestionable. Afuera sólo llueve y estos pobres "siempre" se me empapan al igual que todos esos "nunca" que me dejás un verano tras otro en la memoria. 
     Pero no te confundas, no es esto tristeza y mucho menos un reproche de amante despechado. Esto no es más que lo poco que va quedando para vivir hasta que ya no quede más nada. Y una vez que eso suceda, no habrá ya nada que nos traiga de vuelta, nos habremos ido. Y ahí sí, ahí será para siempre. Para siempre siempre. Por primera vez aparecerá el único siempre verdadero, el de la muerte, el del hasta nunca, el que se lleva las mil palabras junto a esa única imagen que alguna vez pudo salvarlas.
     Qué idiota que he sido. Al menos dejame que te confiese eso. Horas y más horas escribiendo sobre tu ausencia cuando yo mismo me estaba convertido en una. Y así, como sin querer, cada palabra escrita fue un pedazo de sombra que se añadió a mi presente. Y ahora ya no soy más que una sombra, ya no queda de mí más que este presente imperfecto, sombrío y permanente que ocupa todos mis tiempos y que habla de todas las personas que he sido tratando de encontrarte: yo, tu, él; un nosotros inexistente, un vosotros desconocido... y allá ellos. Eso sí, al menos no habrá pasado del cual arrepentirse -y mucho menos enorgullecerse-. Y si hablamos de futuro... Bueno, eso pura metafísica, tema para los oráculos y las pitonisas, para el tarot y el horóscopo. Para las sombras como yo, querida, el futuro es apenas una triste entelequia de quien intentó tontamente huir del olvido. Pobre idiota... Nadie escapará jamás del olvido. Nadie podrá nunca ocupar un siempre permanente y real. 
     Sin embargo, y a pesar de la lluvia y del olvido eterno, a veces parece como si quedara una esperanza, una maldita esperanza, una resolana escondida detrás del cielo plomizo esperando su momento. ¿Será que la memoria luchará eternamente contra su propia extinción? No sé la tuya pero la mía es obstinada y rebelde cuando se trata de vos, cuando ya no hay margen de error ni "por dioses" en un bolsillo que quizás me permitieran al menos una borrachera sin esa resaca trágica que, en realidad, no viene de los vapores del alcohol, sino de los aromas de tu cuerpo que aún permanecen atados a mi olfato. Un viento huracanado con olores y sabores perfumados que me llevan directamente y sin escalas desde tu vulva a tu olvido, dejándome en la lona sin siquiera chance de tirar la toalla.
     Ya está, la lluvia ha cesado. Más tarde saldrá el sol o se vendrá la noche. Como sea, esto ha sido todo por hoy y todo se ha convertido en un ayer inapelable. ¿Mañana? Mañana no existe en ninguna parte. Como yo. 
     Hasta siempre. Hasta nunca.

RR


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