martes, 3 de febrero de 2015

LUCES Y SOMBRAS DE UN FANTASMA


     No puedo decir que este es siquiera el último intento, ese ya pasó hace rato. Cuando me di por vencido aquella segunda vez y aún me faltaban todavía unas cuantas derrotas por delante. Esto no es más que la sombra de un canto fantasmal perdido en algún mediodía o en alguna medianoche. Quién sabe, siempre dependerá del lugar en el universo del olvido donde uno se encuentre.
      Ahora mismo, apenas suelte el punto final, voy a extender mi brazo y abrir mi mano como hacen las flores con sus pétalos buscando al sol. Iré en puntas de pie buscando una piel que se ha mantenido húmeda y tersa durante todos esos días que se han hecho estos años. Voy a dejar mis dedos atentos, cada uno con una posibilidad única de aferrarse a la inmortalidad de alguno de esos mundos paralelos adonde van los amores ausentes que forman esos agujeros negros en donde se pierde la vida sin dignidad, a puro desconsuelo, copa tras copa, pena tras pena. Ahí, en la oscuridad de la mente detenida en el tiempo, donde quedan canciones arrumbadas meciendo sueños rotos o, en el mejor de los casos, despedidas amargas; en el peor, palabras y versos que jamás serán desenvueltos y degustados, puestos a consideración de quien debería haber respirado sus aromas perfumados de caricias y sus rimas libres.
     Porque el amor es tan libre que nunca podrá ser capturado por los más dolientes versos del poeta; tan libre que nunca será encarcelado en presagios y profecías, en promesas o en papeles firmados y sellados ante escribanos, jueces o sacerdotes; tan libre que no existen héroes o mártires que logren convocarlo cuando el corazón dibujado en la hoja que espera dentro del sobre está coloreado fatalmente con el tono oscuro y mortal de la indiferencia.
      Entonces, esto no es un acto de valentía o de arrojo, no lo es. Esto es sólo un entretenimiento pasajero que quizás logre disimular mi condición de guardián vencido ante su prisionero, ante la prueba contundente, irrefutable y definitiva de que no todo puede ser controlado. Tampoco hay meditación alguna en esta decisión de venir hasta aquí, ni existe un estratagema detallado de movimientos, circunstancias y posibilidades para levantarme en armas contra mi destino. No, de ninguna manera. Si esto que estás leyendo llegó hasta tus manos, es porque este enemigo canalla y despiadado de los condenados a la memoria permanente siempre vuelve por más sangre, por todas esas inútiles medallas clavadas en el pecho en expediciones cobardes por las camas ajenas y extrañas en donde se encuentran los cuerpos agonizantes de una guerra perdida de antemano. Pero cuidado, porque dicen que escondida en algún lugar secreto, la luz siempre aguarda paciente y desentendida. Y entonces, puede suceder que haya otra sombra acechante, la de estas palabras, y que roce por casualidad tu pulso y que tengamos que admitir que ha llegado el tiempo de los sacrificios ineludibles que impone la vida para alcanzar la gloria. Un beso que clausure y entierre para siempre los fantasmas de lo inconcluso.

RR


Foto: Flor del Irupé

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