Amá siempre.
Amá, es lo único que podés hacer para no estar muerta antes de morirte; para no ser un número más en alguna triste columna de las nóminas que redactan en las sombras los miserables mercaderes que venden las almas al mejor postor. Por eso, donde sea que vayas, donde sea que te encuentres, amá.
Amá para intentar ser ese nombre tallado en el corazón de un árbol o en la amorosa obsesión de alguien que no logra olvidarte.
Amá sin temores buscando ocupar un espacio en la lista clandestina de los rebeldes que dejan todo para amar, esos locos que sin dudar ni un segundo regalan su aire y apuestan su sueños y entregan sus noches en vela pensando en quien aman.
Entonces, amá. Elegí a alguien, subite a su destino y amá. Desatá tus nudos y soltá tus amarras y lanzate a la deriva para ahogarte a su lado.
Amá hasta el infinito sin dejar nada.
Amá y desmentí todas esas supuestas verdades que se derrumban inmediatamente apenas uno ama.
Amá también al prójimo, al extenuado, al desolado y al desahuciado. Y cuando ya no tengas a quien amar, amá a ese héroe enamorado que ama sin ser amado.
Amá aunque nunca nadie se entere de cuánto has amado hasta ese día en que tu amor decidió irse tras unos pasos perdidos para finalmente transformarse y volver a tu lado en otro cuerpo, con otros ojos y otra piel, y ese sabor a primer beso indispensable para seguir amando.
Amá íntimamente a quien te amó alguna vez y te seguirá amando allí adonde van los amores perdidos a refugiarse del silencioso frío del desamor, ese mundo dantesco de versos que conducen a los amantes a través del infierno de la ausencia irreparable y el limbo imposible del olvido al anhelado cielo donde habitan nuevos amores.
Entonces, amá.
Amá a pesar del tiempo y la distancia; de las paralelas que nos separan y las perpendiculares que nos cruzan; de las cobardías ocasionales y las precauciones inevitables; de los pedazos rotos y la sangre derramada.
Amá sólo vestida con las efímeras felicidades y hasta con los eternos dolores que apenas se aguantan. Y sin importar lo que hagas no dejes nunca de amar, para que la muerte te encuentre amando.
Porque en la vida, dicen, nunca nada valdrá lo que vale el amor.
RR
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