Por lo que he podido saber hasta ahora, hay quienes creen que el pobre tipo está solo, abandonado al viento como una vela huérfana de mástil.
Por otra parte, hay quienes sostienen que, en realidad, el tipo está perdido, obnubilado, aturdido como un solo de guitarra de Jimmy Page, como buscando un tesoro, un reposo donde sostener la última nota.
Algunos opinan que es un ermitaño, un caso perdido, un energúmeno que jamás se adaptará a las reglas sociales de buena conducta, a la ética y a la moral que debería ser el ejemplo que nos guíe en este camino de progreso humano que, a decir verdad, nadie puede responder hacia dónde cuernos progresa, hacia donde demonios va, en qué mierda nos está convirtiendo.
Yo, por mi parte, creo que el tipo no está ni mejor ni peor que nadie, que no va a ninguna parte ni viene de ningún lugar; que su horizonte está mucho más cerca que lo que un horizonte debería estar, ahí, al alcance de la mano, justo para auxiliarlo cuando se muere de amor o de vergüenza por una mujer que todos dicen saber quién es pero que ni siquiera él puede afirmar dónde habita, dónde duerme o dónde ama (a quien sea que ame).
Porque está claro que no es a él a quien ama, no. No es con él con quien duerme, no. No es a él a quien alberga en el centro de su pecho o en las afueras de su mente. No, ella está más allá de todo, de él y de mí. Ella tiene un pedazo de propiedad privada que le pertenece y que espera la revolución precisa para la expropiación correspondiente. Un llamado a tomar las armas que deje todo en las manos de unos soviets tan rojos como el amor. Ella espera que su corazón sea derrocado y conquistado, arrancado frente a sus ojos cerrados, a sus piernas enlazadas, a su pubis húmedo y vencido. Ella es todo lo que él quiere y se le niega. Ella es todo lo que yo quiero para él y, para qué negarlo, para mí.
Y es que, a decir verdad, sin mí, ni ella ni él existen. Pero más importante todavía, sin ella, él -y sobre todo yo-, moriríamos aquí y ahora, vencidos y desgraciados, olvidados en este silencio inescrutable que aturde y nos demuestra ferozmente que ya es tarde, que el disco ha terminado y que todos, ella, él y yo, hemos desaparecido hace rato. Para siempre.
RR
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