domingo, 1 de junio de 2014

HACER


Hacer.
Hacer es todo.
Hacé lo que quieras de mí pero hacelo, no te amedrentes, vamos, animate y hacelo.
Haceme pedazos si querés con tu indiferencia.
Haceme un nudo en el estómago dejando tu nombre escrito en algún lugar para que yo lo vea y haga de mis días un lugar donde guardar inútilmente los tuyos.
Hacé del tiempo tu capital e invertilo en hacer todo lo que su falta un día no te va a permitir hacer.
Hacé lo que debas hacer pero no te olvides de hacer lo que sientas.
Hacé todo y luego regaláselo a los desahuciados, a los que ya no tienen nada que hacer, para empezar de nuevo, para hacer lo que parecía imposible.
Hacé un bollito con tus sueños y probá de mandámelos en una cajita, te prometo que, al menos, trataré de hacerlos realidad.


Y haré lo que pueda.
Haré una casa de barro que sirva de cobijo pero que no nos ate, más bien que nos obligue a reconstruirla después de cada tormenta, hundiendo las manos y los pies en la tierra mojada para así curar todas las picazones del alma. Le haré un techo transparente para regalarte todos los cielos y todas las estrellas y todos los soles y todas las lluvias.
Haré una cama sencilla porque, al fin y al cabo, nosotros hacemos mucho con poco, y podremos hacer el amor hasta la madrugada o hasta el anochecer sin importar la hora.
Haré para vos un espacio abierto para que bailes con los ojos cerrados, para que vueles al ras del piso haciendo firuletes de sonrisas en mi cara.
Y cuando llegue uno de esos momentos en donde no hay nada que decir, haremos silencio. Dejaremos que las horas pasen mientras nos hacemos un paseo por los rincones más íntimos, ahí donde sólo se puede entrar cuando las bocas callan y se abren esas puertas que casi siempre están cerradas. Y entonces las abriremos y cada uno hará una pequeña gira por el silencio del otro hasta que todo se haga beso.

Pero también puede suceder que no hagamos nada de esto y que entonces las flores se sequen olvidadas y mis palabras se vayan con el viento y la lluvia inunde tu silencio de una melancolía asesina y tus sueños comiencen a hacer planes para morirse en paz. En ese caso… Hacé esto que estás haciendo ahora.
Seguí leyendo este poema sin fecha de vencimiento que fue escrito un día en la intimidad de tu ausencia, imaginando qué estarías haciendo, qué se habría hecho de tu risa que hacía de tus días el lugar donde yo pretendía guardar los míos.
Hacé las cuentas y llegarás a la conclusión de que a veces se gana y a veces se pierde; que lo que importa es hacer; que lo hecho, hecho está y que sólo resta seguir haciendo.
Entonces, hacé las paces con vos misma y dibujá con una tiza un corazón en mi vereda y volvé a esconderte detrás de tus ojos de muñeca.
Y cuando salga a tu encuentro no habrá necesidad de hacer ni un balance del pasado ni promesas para el futuro, haremos lo que podamos hacer. El resto lo haremos mañana.

RR



Foto: Flor del Irupé

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