sábado, 15 de febrero de 2014

PARA TERMINAR


    
No voy a decir más, no voy a escribir más. No habrá más señales. Habrá días y noches como hubo siempre, soles, lunas, lluvias y granizos. Caerán hojas, brotarán flores, cantarán los pájaros. Habrán quienes confiesen, quienes mientan y quienes mueran. Y habrán también los que no les importe. Se dirá que hubo quienes amaron y quienes odiaron y todos sufrirán sus destinos, ganando y perdiendo (sobre todo, perdiendo). No habrá canciones ni bailes, no habrá posibilidades ni chances, no habrá más miradas, ni más llamados, ni más cartas. Nada. Absolutamente nada.
      Sólo esto... esto que nunca será posible escribir en una hoja, esto que hace un ruido infernal, un aullido que eriza la piel, un llanto desgarrador que solo escucho yo. Ya no hay nada más que leer, lo he dicho todo, se terminó. No alcanzan las noches ni los días cuando se ama, no sirven las palabras y las pobres construcciones literarias llenas de frases dramáticas, de metáforas ridículas y repetidas de pobres tipos como yo. No existe una sola frase verdadera cuando el alma duele, solo engaños, solo bisutería barata, una ciénaga que te chupa irremediablemente en cada palabra desesperada. Estoy solo. No hay nada. No está ella en mi cama por la noche ni en mis sueños. No llevo ni su mirada en mis ojos ni su sabor en mi boca. No tengo nada a lo que quiera aferrarme, solo recuerdos, y los recuerdos nunca son buenos, porque todas son imágenes pasadas, muertas, sin este día y sin mañana. Todo es ayer y ayer ya no existe. Entonces… no quiero más. Y esto no es una carta, ni para ella a quien nunca nombro ni para nadie, esto es la última prueba que me doy a mí mismo de lo que soy, de en qué me he convertido, de que necesito huir de su recuerdo, de que la quise más de lo que podré nunca expresar con palabras y por eso renuncio y me voy al exilio del silencio definitivo. Esta carta para nadie es la bala que dispara mi orgullo herido para matarla en la memoria, es la tierra que cubrirá sus restos junto a los de aquel que fui a su lado y que abandono a su suerte en este mismo instante. Esta carta es el fuego infernal que consumirá todas las demás, la que desmentirá un amor eterno inexistente. Esta carta es el fin de la eternidad, mi último fracaso, mi viaje al fondo del mar del olvido. Ya no hay más lugar para especulaciones ni dudas. No hay más lugar para preguntas ni respuestas. No hay más lugar para la fe ni para esperanzas vanas. Ya no hay lugar para amores ausentes y recuerdos inútiles. Ni siquiera queda lugar para decir adiós.

 

RR


Foto: Walter Colantonio

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