lunes, 17 de febrero de 2014

UNA CARTA CUALQUIERA


a Inés, en respuesta a su pregunta


      Ha salido tu sol y en un costado de la cama asoman tu ropa y tus zapatos. Se ha despertado la mañana, nublada y gris, amenazante, con ganas de hacer de este día una tristeza. Yo, como todos los días… salir a buscarte entre la gente, a seguir la fragancia de tu vida como un sabueso, preguntándome en silencio si vale la pena, como si no lo supiera. Lo sé, claro que lo sé. (¿Vale la pena vivir si al fin y al cabo nos vamos a morir indefectiblemente? Eso no lo sé. Cuánto penar para morirse uno… ).
      Al salir cierro la puerta pero sin llave, quizás pases por la vereda y te tiente probar el picaporte, asomarte tímidamente con la curiosidad de quien vuelve a ver su pasado, a ver si todo está donde lo dejó. Mejor así, que siga abierta, mejor así. Entrá tranquila, todo sigue igual, aunque todo haya cambiado. Tal vez tengas que enfrentarte a los fantasmas que habitan mi casa, a las palabras que revolotean contándose historias fantásticas de lugares tan cercanos a vos y tan lejanos a mí. Pero lo más probable es que se escondan cuando te vean y te reconozcan. Me gustaría verte acá cuando vuelva. No tendrás que hablar, no hará falta, dejá que hablen los ojos, ahí veremos qué pasa. Ya fue dicho todo entre nosotros, solo restan los ojos, no hay engaños posibles para quien sabe leerlos, para quien se anima a leerlos.
      Ahora me voy. Vos acomodate donde quieras, todo está donde lo dejaste, tus libros, tus discos, tu recuerdo. Hay agua caliente en el termo y el mate está donde siempre. Podés ver la lluvia desde la ventana y releer esta carta o las otras las veces que quieras. Yo volveré en un rato. Probablemente te bese los labios apenas con un mordisco suave y me quede a tu lado en silencio leyéndote la mirada húmeda. Sacaré de una bolsa de papel un cuaderno nuevo de hojas lisas y blancas, listo para escribir lo que vos quieras escribir, sin explicaciones ni juramentos. No tengas miedo, chiquita, cada uno hace lo que puede. Yo no busco respuestas, no me interesan ni las razones ni los porqués de todo. Ya no. Solo te escribo así, sin esperar nada, sin ofrecer nada, una gota más que se pierde en el mar infinito. Mejor como dice la canción: al andar, andar.

RR


Foto: Pablo Silicz

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