lunes, 7 de abril de 2014

EL DIABLO Y YO


      Hay un libro que reza: “no habrá más penas ni olvido”. Pero las habrá, muchas, cientos tal vez. Habrá desesperanzas y caídas, habrá desesperación y oscuridad, habrá penas y habrá olvido. Habrá desilusión, tristeza, soledad y fotos viejas y desteñidas, habrá ecos y recuerdos. El camino hacia atrás parecerá llano a la mirada pero los pies guardarán la verdad; los pies llevarán las cicatrices. Y las huellas serán sangre mientras las manos secarán las lágrimas. Y cada huella será un golpe en el pecho, un dolor tallado en el alma. No se dejan huellas en el vuelo rasante de la felicidad. Dios está en el cielo y en la tierra está el Diablo, en la tierra está el infierno, en la tierra está el camino y en el camino se dejan el cuerpo y el alma. Y son los demonios los que nos poseen y nos empujan, los que nos patean los talones y nos levantan del barro y la miseria.
      Y es en la hoguera de las penas y el olvido donde quemé todas las fantasías y las pretensiones de una mujer con alas de hada, con modales de princesa, con un vestido blanco de virgen inmaculada. A ese fuego arrojé las frases célebres y las historias de amores rosas y esperé que ardieran hasta que solo quedaran cenizas. Y de esas cenizas nacieron estas palabras que buscan tu destino de mujer manchada de barro, marcada por las piedras del camino, desnuda, maravillosamente desnuda, vestida únicamente con el sudor del cansancio de un camino recorrido, con los talones golpeados por los demonios y con la oscuridad de quien busca y no encuentra, pero siempre busca.
      Y así te busco yo, en la oscuridad, porque no quiero ser engañado por los ojos, más busco ser atrapado por los tuyos que brillan a lo lejos cuando me pierdo y me ahogo en las tinieblas. Te busco como un lobo en la oscuridad de la noche desierta que me lleva hasta tu olor a hembra feroz. Te busco dejando mi huella en este camino de hojas y tintas que he decidido proteger con uñas y dientes del engaño del discurso de los profetas de la falsa alegría. Salgo como un arcángel de mi escondite a rescatarte del olvido y guardarte en estas cartas que no son más que mi guarida, la muralla que guarda tu luz y tu cuerpo de carne caliente, de piel de gallina, de manos curtidas. Y este antojo de quererte a pesar de todo.

RR


Foto: Guillermina Raggio

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