jueves, 24 de abril de 2014

IMPOSIBLE


      Está bien, tenés razón, ¿de qué me sirve seguir negándolo? Nosotros no hemos sido nada, no hemos sido ni siquiera nosotros. Tal vez solo un mal entendido, un choque de esos que se dan todos los días a toda hora, un tropiezo con una piedra que uno termina levantando de bronca nomás y la carga un rato observándola y preguntándose cualquier estupidez metafísica hasta que la tira en algún terreno desconocido. Y sí, tenés razón, nosotros no somos nosotros. Nosotros somos vos con tu vida y yo con la mía, vos con tus dolores y yo con mis curitas, vos con tu baile y yo con mi música. Nosotros somos una cuenta mal hecha, un desengaño, una película que empieza mal y termina peor. Nosotros nos tenemos tan al alcance de la mano que besarnos nos parece una obviedad, un desperdicio de talento, un facilismo mediocre que nos sacaría de ese lugar de sabedores de los destinos ajenos. Vos y yo… ¿quién apostaría dos pesos por nosotros? ¿Quién en su sano juicio admitiría que se ha enamorado de una piedra, de un tropiezo? Seguramente ninguno de los dos. Nosotros nunca podríamos enamorarnos como nos ocupamos de declarar a los cuatro vientos. Nosotros podríamos, con mucha suerte, apostar la vida una noche en una cama para tratar de borrar cualquier rastro de soledad en la vida del otro, podríamos tal vez abrazarnos tan fuerte que la asfixia fuera un alivio, que los corazones se abrazaran entre ellos y bailaran un valsecito criollo a la luz de la luna, podríamos incluso, dejar de comer y de dormir y de vivir si nos viésemos separados por alguna pelea tonta hasta finalmente escupir el veneno del orgullo y correr a buscarnos. Todo eso sería posible, pero ¿enamorarnos…? Permitime que desconfíe.
      Nosotros, chiquita, estamos en diferentes planos. Como, por ejemplo ahora, yo escribiendo lo mismo de todos los días, vos leyendo sin saber por qué. Así somos, agua y aceite, la resistencia de los dos últimos seres capaces de soportar el deseo y las miradas, capaces de combatir cualquier intento de ser conquistados y sometidos inapelablemente por unos ojos que se miran curiosos convocando al acto heroico de entregarse sin ninguna otra pertenencia que el alma. Y entonces, vos buscás un destino donde posar tus sueños y yo solo soy un remitente sin agallas para escribir uno. Vos hacés y deshacés y yo hago lo que puedo. Vos tenés la claridad de tu luz a tu lado, en cambio a mí me persiguen las sombras y la oscuridad. Y así, de esta manera, entre ese vos y este yo, es imposible hacer un nosotros. Porque, en realidad, eso que vos buscás en alguna estrella yo ya lo encontré en vos.

RR


Foto: Flor del Irupé

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