martes, 13 de mayo de 2014

ZARATUSTRA


      Esa última jugada definió el partido. El famoso "ahora o nunca" había llegado y se imponía tomar un camino, dar un paso que lo llevara hacia alguna parte. Nunca más bajaría la mirada, nunca más hablaría en silencio, nunca más se escondería. Había que tomar una decisión y lo hizo; tenía que romper con todo y lo hizo, con sus prejuicios y sus planes, con sus condiciones y con su propia declaración de independencia. Tenía que cortar el último lazo y levantarse, sobrevivir o morir, pero de pie. Y lo hizo, frente a ella, ya no a escondidas en un cuarto alejado de su olor y de su luz, ya no refugiado en las metáforas del mar y de la luna impostando a un poeta. Ahí mismo, frente a frente, con la mirada apuntando directamente a la de ella, con la sangre caliente y el corazón detenido sobre la delgada línea que divide la vida de la muerte (las dos caras de la única moneda verdadera) rompió las cartas y arrojó todas las palabras por una alcantarilla mugrienta. En presencia de su vida tomó la propia y se la entregó sin pedir nada a cambio, no le interesaba obtener de ella nada, solo la mágica percepción de quien se siente incluido o la terrible realidad de quien es rechazado. Sintió que había llegado el momento de honrar sus palabras y con eso no depender más de sus dichos. Sintió que era ese el momento de morirse por ella y devolverle aquella porción de sus días que nada habían tenido que ver con nadie más, solo con su nombre y su apellido, con las coordenadas que señalaban su lugar, sus latidos y sus soledades. No le preocupaba ya ni sus humores ni sus probables reacciones, ni las reacciones de nadie, no había más lugar ni más tiempo para escondidas o manchas, para evaluar probabilidades de amor y tejer falsas esperanzas. El juego había terminado y había llegado el momento de ser o no ser. Y ahí, delante de esos ojos proféticos que habían determinado el destino de todas sus noches, delante de los sueños que se guardaban celosamente en esa mente enigmática e intrigante, delante de ese cuerpo de mujer que transformaron sus instintos en necesidades, ahí mismo, delante de esa boca entreabierta y esos brazos cruzados que buscaban protegerse del frío de la calle y de los vendavales de su presencia, dio un paso hacia adelante, hacia el precipicio más profundo y letal al que un hombre se puede animar y le ofreció su mano, arrojó la moneda sobre la mesa y se jugó la vida; e hizo de sus días un ramo de flores y convirtió el aire en respiración y transformó la muerte en un moño para las horas que les quedaran y descartó las penas de las inquietudes no resueltas y se convirtió en su propio Dios, en el guardián de su destino, en el creador de sus profecías, en el hacedor de sus realidades, en el protagonista de sus fantasías. Decidió renunciar al culto del amor y quererla con la carne y el espíritu, con locura y algunos destellos de esa cordura a veces necesaria para preservar el agua y el fuego. Decidió romper las reglas y hacer de sus ganas un camino y de ella una posibilidad.

      (No somos lo que somos. Somos lo que hacemos de nosotros.)


RR


No hay comentarios:

DE LA NOCHE A LA MAÑANA

     ¿Qué hora es?.. ¿Ya?.. ¿Y a qué hora se hizo esta hora? ¿Dónde estaba yo cuando esa hora vino y se fue la anterior? Porque se fue, se...