Y yo acá, leyendo a este tipo que tiene la
desgraciada costumbre de abrirse siempre en alguna página donde justo me
encuentro, y entonces te encuentro a vos que probablemente te acostaste
hace un rato nomás con esas marcas de la noche y las caricias de alguna
víctima. Cada vez que nos encontramos acá es lo mismo, es cuidarte el
sueño o la vigilia, es acercarte un mate y darte un beso en la frente,
es soportar estoicamente la ansiedad y evitar decirte algo que te
pese y te aleje, que te suba a la calesita de los pies que dan media
vuelta y te llevan hacia la puerta, enojada, sin tener en cuenta que te
quiero y que por eso mismo a veces puedo ser un poco torpe y tropezar
con las palabras tratando de desnudarte, tratando de saborear tu tiempo
antes de que tus ojos felinos se pierdan en esa mirada a la que no tengo
acceso, una mirada con nombres desconocidos, con otros cuerpos y otras
ansias, una mirada puñal que no me toca y con eso me mata, una mirada
como una soga que se esconde del suicida y le niega la muerte y lo deja
agonizando la vida perpetuamente.
Y cada vez que te encuentro en
este lugar tengo miedo de no encontrarte, de encontrar solo tus piernas
que sostienen la curva de tu pubis angelical y tu espalda y tu vientre y
tus senos y tus brazos que sostienen tus manos donde se apoya tu cara
de chiquita linda con unos labios que para mí son ya extranjeros y unos
ojos que miran siempre al futuro desde la azotea, sosteniendo un zapato y
envuelta en una bufanda multicolor, sosteniendo pensamientos
encontrados por las calles de la vida, esa vida donde ya no puedo
asomarme y entonces me siento un tipo miserable que no tiene nada, solo
una visión idealizada de tu maravilla externa, solo este manojo de
palabras que te sobrevuelan ilusionadas pero que nunca podrán aterrizar
en tus dolores y en las alegrías que desatan tu risa que tampoco me ríe,
que solo ríe para otros desde otros, y yo soy otro otro.
Ahora ya es la tarde, tomemos estos mates de yerba nueva y amor lavado. Después podés darte media vuelta, acomodar la almohada debajo de tu cabeza y desaparecer, yo me quedaré a tu lado sin que notes mi presencia. Como hemos hecho hasta ahora, vos en tu azotea y yo con este temor idiota de alejarte cuando, en realidad, ya te has vuelto inalcanzable, con esta costumbre diaria de encontrarte en alguna página y perderte para siempre en estas cartas que escribo y guardo sin razón.
Ahora ya es la tarde, tomemos estos mates de yerba nueva y amor lavado. Después podés darte media vuelta, acomodar la almohada debajo de tu cabeza y desaparecer, yo me quedaré a tu lado sin que notes mi presencia. Como hemos hecho hasta ahora, vos en tu azotea y yo con este temor idiota de alejarte cuando, en realidad, ya te has vuelto inalcanzable, con esta costumbre diaria de encontrarte en alguna página y perderte para siempre en estas cartas que escribo y guardo sin razón.
RR
Foto: Guillermina Raggio
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