sábado, 22 de marzo de 2014

UN FINAL FELIZ


      Vas a llegar por el este, por donde sale el sol cada mañana, por donde rompen las olas diariamente. No sé de donde vendrás, ya habrá tiempo para averiguarlo (o no). Llegarás con los ojos llorosos por el viaje, no por la penas, porque las penas se habrán secado, porque los días habrán pasado y con ellos se habrán ido los dolores y los olvidos y los rencores. Yo no te estaré esperando, ya no. Estaré dando vueltas por ahí buscando un rastro para seguir -como siempre- alejado de los sabiondos y los suicidas, metiendo las patas en el barro que es donde se dejan las huellas, donde se escriben los caminos. Aparecerás de repente, sola en una calle cualquiera, en un día cualquiera, a una hora cualquiera. Tu pelo se pondrá sobre tu cara hasta que tus manos la despejen en complicidad con el viento que siempre sopla en esta época. Te veré, sin reconocerte al principio, sin darme cuenta de que te había olvidado, de que todo eso que creía que eras vos era sólo un invento de mi imaginación, un placebo para seguir viviendo, una estatua de cera mantenida fresca a fuerza de historias falsas, de recuerdos inventados para seguir adelante, para no cortar los hilos que me ataban a tu vida y desangrarme en palabras. Tu imagen será ahora de carne y hueso, serás vos con los años pasados, vos con tus ojos de mujer vencida pero no entregada, bailando en puntas de pie como siempre, peleándole al mundo y a los fantasmas. Como yo, que te quise en eso que diagnostiqué como locura pero que bien sabía que no lo era, sabía perfectamente que quererte era exactamente lo que quería, que no podría abandonarte ni aún en el abandono, que dejarte ir aquella tarde de verano no iba a ser dejarte ir de mi vida, de mi casa vacía llena de cosas inútiles, de mis tristezas sin las tuyas, de mis risas sin tus muecas y tus caprichos.
      Sin embargo, no creas en esto. No creas que todo sucederá así porque seguramente no lo hará. Seguramente no te vuelva a ver nunca más o te cruce algún día y haga como si no te viera o como si no te recordara. No creas que todos los finales son felices, algunos sólo son finales, sin música ni aplausos, sin recuerdos ni lágrimas, sin homenajes ni discursos conmovedores. Algunos finales son orgullo y distancia, olvido y soledad, arrepentimiento y muerte.
      Pero mientras tanto, hay una calle por ahí que baja hacia el mar y en la que ahora está soplando un viento fuerte, uno de esos vientos que limpian el cielo de nubes y corren los pelos que tapan las caras. Yo voy a probar, voy caminar hacia el este sin tratar de evitar ni la lluvia ni el barro buscando unos ojos desconocidos pero no olvidados. Una vez más, buscando un final para una carta. Nunca se sabe...

RR


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