viernes, 31 de enero de 2014

AL ATARDECER
      
        A veces sucede que cuando alguien pregunta sobre algún hecho extraordinario la respuesta es: "no tengo palabras". Pues bien, ayer me preguntaron por vos, ¿y sabés qué contesté?: "sólo tengo palabras". 
     Y sí, es todo lo que tengo. Podría ponerme en la postura de poeta de cinco pesos y declarar que estas palabras son tuyas porque vos sos mi fuente de inspiración, y bla bla bla... Pero no, querida, estas palabras son únicamente mías. Ellas son lo único que va quedando en esta lenta agonía que está llegando a su fin. Estas palabras son burbujas de aire en medio de la asfixia que a veces produce el recuerdo. Estas palabras son mi refugio para esconderme de todos y quererte en silencio, porque ninguna asomará nunca su cabeza afuera de estas cartas que son escritas una a una en el desvelo, en la apoplejía de la razón, en la más desesperante de las angustias. Sin embargo, cada una de ellas es una celebración. Mi recuerdo de vos nunca podrá teñirse con el desasosiego de mis días y de tu ausencia, tu recuerdo permanecerá a salvo de las crueldades de la memoria y de los rencores.
      Ya no nos queda mucho más tiempo, ya no me quedan muchas más palabras, todo va tocando su irremediable fin.Y en esta muerte lenta de tu recuerdo, en ese intercambio natural de sentimientos verdaderos por nostalgias imaginadas, tu imagen está a salvo. Nunca quise echarte de mi vida, nunca pretendí olvidarte porque, como ya lo habrás leído en algún lado, nunca lo conseguiría. Porque te quise y porque te quiero aún en este final anunciado. 

     Seguramente no llegues a leer nunca ni una sola de estas cartas; ni una sola de estas palabras mías llegarán nunca a ser tuyas. Nada de lo que vos no reclames de mí llegará jamás a ser tuyo. Porque nada cae del cielo, porque nada es un regalo, todo debe ser buscado, luchado y ganado, y lo que se toma para uno debe ser retribuido con días y noches de nuestras vidas. Aquel amor que se fue yace ahora agónico en este papel, en esta tinta, en este viento que sopla sus restos que se pudren cumpliendo el ciclo natural de todo, hasta del amor.
      Sólo palabras me quedaron, sólo esta pila cenicienta de pronombres, verbos y sustantivos adjetivados por tu recuerdo que se va escondiendo en la memoria como se esconde el sol en las tardes. Ahora no me queda más que mirar hacia el horizonte y brindar a tu salud en este maravilloso atardecer que se lleva tus ojos para siempre. Adiós, amor mío, ya podemos descansar en paz los dos. No tengo más palabras.

RR


Foto: Pablo Silicz

martes, 28 de enero de 2014

RESPUESTA
 
     ¿Qué es lo que estás tratando de hacer con esas cartas? ¿A quién estás tratando de conmover, a mí o a vos? A mí no me hacen falta más cartas, a mí me hace falta piel. Piel y sudor y abrazos y besos de esos que se dan a los tumbos, tropezando con todo camino a la cama. A mí me hace falta esa fuerza que me domine, que me aplaque, que me paralice la mente y me acelere el corazón como si se me fuera a salir del pecho, dejar de respirar para sentirte contra mí y que eso sea mi oxígeno, mi fuente de vida, un camión que me lleve puesta sin ninguna posibilidad de resistirme. Yo ya no quiero más cartas, no te gastes en escribir ni una palabra más, yo solo quiero morirme en tus brazos. Y cuando digo morirme, es morirme, pasar a ese otro plano, a ese otro mundo, al que usa al amor como transporte y mensajero. Quiero amor y nada más, ni tiempos ni espacios para pensar nada, ni preguntas ni respuestas, ni razones ni excusas. Quiero amor hecho de deseo, de sexo, de locura, romperme el alma contra tu boca, sacrificar todo en un abrir y cerrar de ojos. Quiero amor, ¿entendés?, de ese que escribís pero que a mí, escrito, ya no me alcanza. Y entonces deambulo como una zombie por la calle y luego por mi casa y te espero acurrucada en la cama cada noche a que te decidas y hagas de una vez por todas lo que yo nunca me animaré a hacer.


RR



LO QUE SOMOS

      Lo que pasa entre ella y yo es simple pero inexplicable, no hay posibilidad de discernir, de ponerle nombres ni adjetivos. Lo que nos pasa nos promete días de soles y tormentas enredados en una cama o sentados en la playa de cara al viento. Lo que tenemos es un fuego que nos consume voraz como ninguno. Nosotros somos eso, fuego, amor verdadero, un volcan en erupción, no una montaña quieta que no dice nada, nosotros decimos todo y nos consumimos entre besos y abrazos y sus pechos y mi boca, agonía y extasis, mirándonos a los ojos y sin necesidad de prometer nada ante nadie porque hoy es todo. Entre los dos le hemos dado sentido a un pasado que parecía no tenerlo, inescrutable y sin lógica alguna. Esto que tenemos es un resultado inesperado, y no me interesa lo que pueda venir, sólo me interesa este calor, este brillo en la oscuridad de la noche, este fuego que se alimenta de su vida y de la mía.
     

     Seamos eso, alimentemos el fuego, seamos el combustible de nuestras vidas, no dejemos nada para mañana, que la muerte se lleve sólo las cenizas de lo que alguna vez fuimos. Mañana seremos un recuerdo, pero hoy, hoy amor mío, seamos este fuego.

RR
Foto: Pablo Silicz
EN LA ORILLA

      Yo creo que pensaron que todo era cuestión de despedirse, de decirse adiós y caminar sin mirar para atrás. Creo que realmente estaban convencidos de que ya estaba bien, de que eso había sido todo, de que el tiempo pasaría y se encargaría de curar las heridas y poner las cosas en su lugar. Y eso es exactamente lo que el tiempo hizo, o por lo menos una parte. Las heridas no se curaron -si es que creemos que curar significa olvidar- y el tiempo puso las cosas en su lugar, en un lugar que nunca sabemos cuál es hasta que un buen día, sin razón aparente, nos tropezamos con esas cosas.
     Y así fue, ella tropezó con él una vez más. De la nada apareció su recuerdo, como una ráfaga de viento inesperado y misterioso. Y así, sin anunciarse, la dejó desnuda ante una herida que no se había curado, ante un sentimiento que sólo se había retirado como la marea pero que ahora regresaba con la luna a mojarle los pies en la orilla provocando escalofríos en su cuerpo pero calentando su alma. Esa misma ráfaga sopló por la vida de él aquella tarde de domingo en que la vio parada en su puerta vestida de herida incurable, de pasado no pisado, de dolor permanente. No hubo palabras, no hacían falta, sólo algunas lágrimas que se animaban a salir tímidamente, resbalando por sus caras como señales, como banderas blancas.
      Como dije, el tiempo había pasado, y lo que ellos vieron al mirarse a los ojos no era ni más ni menos que eso. Las cosas estaban otra vez en su lugar, como antes, como ahora, como siempre.

RR



Foto: Flor del Irupé
SÉPTIMO CIELO

     Cada vez que me siento a escribir... digamosló como corresponde: a escribirte, es como entrar a un cielo propio, celeste, virgen como un paquete de algodón recién abierto. Siento que puedo decirte lo que quiero decirte haciendo de cuenta que vos lo leés como si quisieras leerlo. Es pretender, simular, pero a la vez es todo lo contrario. Pretendo que te escribo y me hago una imagen tuya leyendo, ahí, sentada en tu cama, con tus almohadones y el cobertor color caqui. Yo acá, sobre esta mesa apoyo esta hoja en blanco que se va tiñendo de azul con la tinta de esta lapicera que guarda todo esto en su tubo interior y que sale para hablarte -nunca pensé que una lapicera pudiese contener tantas imágenes-. Tu pelo húmedo por esta lluvia que no quiere irse, tus pies fríos por la caminata, tus manos delgadas sosteniendo este papel, este cielo abierto donde volar libre. Estas cartas no son ni más ni menos reales que cualquier cosa que hayamos vivido, no tienen razón de ser pero son, como todo. Como vos que tampoco tenés razón de ser en este cielo pero sos. Sos la fuerza de gravedad que empuja la tinta hacia esta hoja que ahora imagino en tus manos, sobre esa cama, con esos almohadones y ese cobertor color caqui.

RR

 

lunes, 27 de enero de 2014

RESURRECCIÓN

      Un día finalmente llegó el momento de salir. Un día su olvido dejó de matarlo y volvió a la vida, no como un zombie, no como una sombra de un pasado que ya nadie iba a rescatar. Sólo él y el día, sólo los pies y la tierra. Y mientras atravesaba esa puerta podía ver a muchos que aún permanecían ahí, que no podían escapar, encerrados en ese dolor que mata, esa pena que no se parece a ninguna.
      Pero él pudo salir. Caminó esas veredas y esas calles como la primera vez, pudo ver el sol que se había ocultado para él durante ese tiempo en el que sólo escuchaba voces que repetían su nombre una y otra vez detrás de su imagen grabada con sangre en sus retinas. Salió de aquello que comprendió que había sido su muerte, esa muerte de corazón destrozado, de angustia inconfesable, de ganas de morirse de una vez por todas y de verdad. Esa muerte cruel, esa muerte que es olvido, que es quedar fuera de órbita, perder el centro de gravedad, el punto de referencia. Esa muerte que es desconsuelo, la barbarie de los sentimientos que aprietan el alma y la asfixian. Esa muerte fue quedar abandonado en una vida sin ella. Esa muerte fue su recuerdo inútil e impiadoso.
      Morirse es lo que lo sintió aquel día en que se dió cuenta de que aquel amor se había evaporado y sólo quedaban residuos de besos usados y una pila de palabras que no decían nada si ella no las iba a leer.
      Sin embargo, y sin que pueda ofrecer ninguna explicación, un día se animó a salir, juntando fuerzas de quién sabe dónde, rompió la mortaja que lo ataba al pasado y salió a buscar eso que sólo se encuentra en el callejón de los amores nuevos, ese lugar lleno de almas que aún buscan, que aún creen, que aún sienten. 

     Ese es el lugar donde quizás nos encontremos vos y yo esta noche, el lugar de las resurrecciones y de los milagros, de los abrazos y las bienvenidas. La vida.

RR

Foto: Guillermina Raggio
MIÉRCOLES

Hagámoslo ahora, ni mañana ni pasado. Sirvámonos de esta noche estrellada que el día ha dejado en nuestras manos.

Dale, aprovechemos antes que el olvido nos sorprenda, antes que esta cama se enfríe y se nos cure la ceguera de algo que podría ser aquello que todos llaman amor y que tal vez esté naciendo ahora mismo.

Hagámoslo ya, aprovechando los vientos de cola que nos han remontado hasta acá, dejándonos las piernas enredadas y muertos los miedos.

Hagámoslo porque, queramos o no, el sol volverá a salir por la mañana y tal vez esta sed se haya ido y entonces haya que ponerle palabras a algo que así, en silencio, se entiende perfectamente.

Vamos, querida, lancémonos el uno contra el otro como dardos envenenados, sin profecías ni conclusiones apresuradas, sin pasados ni malos entendidos, a pura piel o en carne viva. Sobre el valle donde tus pechos todavía gobiernan con firmeza; sobre mis brazos que aun pueden sostenerte.

No dejemos esto que es tan hoy y tan nosotros convertirse en un día más, en un capítulo olvidado de una historia cualquiera.

Lo que yo te propongo, hermosa, es exprimir esta noche hasta la última gota y rebalsar el vaso, derrochar esperanzas y besos como si no hubiese un mañana, como si sólo nos fuese posible existir en esta constelación de aciertos y errores que nos ha atrapado en este instante en donde todo está por hacerse.

Vamos.

Hagámoslo.

Ahora.

RR

SIN PALABRAS

      Ahí estaba yo, como nunca pensé que estaría, otra vez frente a ella despojado del pasado, con la mirada sólo en sus ojos, huérfano de palabras esperando que aquello que tenía para decirle lo entendiese sin hablar y sin escribir una sola palabra más. Iba finalmente a  declararme como hombre perdido, como un rejunte de carnes y de huesos, con la mente nublada de desconsuelo, con el corazón destrozado por los amores perdidos en el camino, pero con el alma intacta. Iba a mostrarme tal cual era, sin caretas ni antifaces, con los golpes y las heridas de quien atravesó toda clase de infortunios hasta llegar ahí. No había ido a buscar compasiones ni lástimas, no pretendía que se apiadase de mí. Sólo había llegado hasta ahí para honrar lo que sientía, para conquistar lo único que no tenía, lo único que quiería. Y para eso no pensaba esgrimir ni la pluma ni la espada, sólo mirarla a los ojos para que pudiese ver en qué me había convertido desde que la había conocido: un guerrero peleando su última batalla, vencido y despojado como el Quijote, cabalgando herido entre molinos de viento buscándola en las multitudes con el destino como guía. No llevaba respuestas ni promesas de eternidades, sólo podía ofrecerle aquello que era, un hombre que la quería con razones y sin ellas, con un cuerpo que llevaba las marcas de la vida, pero con la certeza de que mi raíz estaba en su tierra.
      Por eso, no me pregunten qué hago acá mirándola a los ojos en silencio y a la distancia, nada más cumplo con mi destino de quererla.

RR


DE VEREDAS Y CALLES

      Cuando me quise acordar era demasiado tarde. Cuando me di cuenta esa vereda ya no era una vereda cualquiera, era su vereda y esa puerta delante mío era la de su casa. La ciudad es así, te lleva y te trae y te regala aquellos paisajes que vienen con el amor. Y ella se transformó en un amor tan frágil como el silencio, ese silencio que puede ser destrozado con cualquier palabra de más. Y sus ojos dejaron de ser ojos, y se convirtieron en mirada, en un faro que como buen náufrago que soy me dediqué a seguir. 

     Entonces, ella en la puerta y tener que decirle algo sin tener nada que decir, sólo hola, caminemos, me parece que te estoy queriendo, nada más. Después la noche y remontarla como un barrilete hasta mí cama para encajar como piezas construidas y destinadas a unirse. Y enseguida beber de su boca que sólo los que quieren pueden entender a qué sabe. Y sabe a cielo estrellado, a noche agitada de abrazos, sabe a esto que corre detrás suyo buscando su compás, su ritmo, su paso.
      La ciudad tiene calles que van y vienen y tiene amores que vienen y se van entre atardeceres y siluetas de edificios. Y no queda más que caminar para ver si nuestra calle se une en algún punto con otra, y si hay una vereda será nuestra o sólo una más.

RR


Foto: Guillermina Raggio
Y EN EL FINAL...

      Siempre me van a encontrar en la lluvia, porque me le animo, como me le animo a la tristeza y a la pena, como me le animo a quererla en la oscuridad de la noche. Me van a encontrar en los peores vendavales y en las peores tormentas, porque quererla no se me hace fácil, porque si fuese fácil sería un simple cariño y yo la quiero con la carne que se desgarra de mis manos subiendo esta cuesta interminable; la quiero con los músculos acalambrados en medio de este mar helado, desierto y tremendo; la quiero cansado como estoy de quererla, aplastado por esta realidad de no tenerla; la quiero entre las miradas y los comentarios; la quiero a pesar de sus equivocaciones y de las mías; la quiero atribulado, enloquecido por no poder dejar de quererla. Porque el tiempo se me termina y no logro encontrarla, porque quererla es sentirme vivo aunque no la encuentre nunca, aunque la muerte me halle justo en el momento de llegar a su boca. No me importa morir si logro morir mirándola, sabiéndola cerca. ¿Qué me importa arder en el maldito infierno si sé que está ahí? ¿Qué me importa esta lluvia y esta noche y estos vendavales y estos mares? ¿Qué me importan todas estas palabras que se pierden en esta carta que no existe? Nada va a quedar de todo esto, ni ella ni yo ni el mundo. Pero al final, cuando el sol salga nuevamente... the love you take is equal to the love you make. 

RR



ENCUENTRO


      Hagamos de cuenta que nos conocemos, que nos hemos visto alguna vez y que hubo alguna atracción. Pretendamos que al despedirnos en la puerta de tu casa vos me miraste mientras me iba y yo me di vuelta justo cuando vos entrabas. Imaginemos por un momento que al acostarnos cada uno en su cama nos quedamos mirando el techo y pensando en el otro, en nuestra charla sobre la vida, sobre el clima fresco raro para ese tiempo del año y sobre algunas canciones en común. Supongamos que al otro día al levantarnos, la ansiedad por un llamado nos mantuvo todo el día eléctricos, estúpidamente eufóricos. Pretendamos que la noche llegó y que ya no aguantamos más y salimos a encontrarnos como por casualidad, recorriendo una vereda que los dos sabíamos que nos iba a juntar en algún punto.
      Bueno, ahora hagámoslo realidad, salgamos a beber de esta noche fresca, besémonos en la puerta de tu casa y al despedirnos, crucemos nuestras miradas a la distancia; pensemos toda la noche en esa fortuna que nos encuentra y que nos junta; levantémonos ansiosos, imaginándonos, recordándonos. Y ahora, mientras recorremos estos últimos metros sobre esta vereda que nos conduce al otro, preparemos nuestras manos y nuestras bocas para lo que puede ser un encuentro pensado, soñado, imaginado, pretendido, supuesto y sobre todo, querido. Como esta noche, como este beso, como esta cama que nos sostiene y nos junta después de tantos desencuentros.

RR
 
 
COMO CUALQUIERA

      Si todo fuera como debiera ser, yo no estaría armando esta balsa, este rejunte de troncos y juncos para lanzarme al mar. Si todo fuera como debiera ser, yo estaría tirado en sillón dejando el tiempo pasar sin sobresaltos, sin apuros y sin reclamos. Si las cosas no fuesen como son, yo podría salir a beber la noche sin culpas y sin temores. Si todo fuera como no es, vos no serías vos, vos serías otra, cualquiera, una que no me importe, unos ojos marrones o azules o verdes, sin esa mirada que me encarcela, sin una historia a la cual amarrarme. Si vos no fueras vos... esa que acomoda estos troncos y ata estos juncos y me lanza al mar sin que importen las tempestades y las mareas; si vos, vos querida, vos entre todas, vos hundida como un hacha en el pecho, vos culpable de este tiempo asesino que cambia estaciones como figuritas repetidas; si vos no fueras la que sos yo podría vivir solo para mí y así ser igual a todos, infeliz como cualquiera. Pero vos sos vos, y yo te quiero y ahí la cosa se complica. Pero eso no cambia nada, porque igual te quiero, aunque la desgracia de no saber más de vos un día me sorprenda, aunque el mar destroce esta balsa y me hunda con ella, aunque esta carta quede olvidada para siempre en algún rincón perdido de tu vida. Aunque un día renuncie a la felicidad de escribirte.

RR


ESE LIBRO

      Estos son los momentos raros, esos en donde no me encuentro, donde ando mirando para todos lados buscando una referencia. Son estos momentos donde las plabras se atoran, donde me dan vuelta un millón de cosas por la cabeza pero no puedo ordenarlas. Entonces, pongo un disco y te busco entre las notas que van y vienen como en una montaña rusa de cinco rieles, acordes, palabras, versos. De pronto me acuerdo de algún capítulo y voy hasta donde estaba ese libro y trato de recordar cuál es el que me llama, cuál es el que está tratando de contarme de vos. Pero nada, todo sigue en mi cabeza, y en un costadito, vos sentada riéndote de mí jugando a las escondidas. Pero ya no hace falta que te escondas, vos ya tenés tu lugar, tu pequeño ambiente en mi vida donde te paseas cada día de un lado a otro, mostrándote hermosa y feliz ordenando palabras, buscándoles un lugar a cada una para que se acomoden y se preparen para salir como lo están haciendo ahora. Ya lo sé, lo sé desde hace mucho, vos te vas a quedar ahí pero, sin embargo, te gusta que esas palabras salgan y te mimen, te gusta que se arrimen a vos en esos momentos en los que necesitás una caricia. Por mí, está bien, por lo menos sé que no van a parar a la basura, sé que estas palabras buscarán su destino, inquebrantables y pacientes, como ese que dice ser mi destino, ese que todavía quiere hacerme creer que es posible que nos volvamos a ver.

RR
ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA

      Después de esta coma vendrá seguramente tu imagen, apoyada frente a la ventana mirando la noche con música de fondo y la computadora prendida, pensando en ojalá supiera qué. Esa misma noche está ahora acá poniéndole imagen a esta canción que me acompaña mientras los pensamientos van y vienen con vos. Vos, en quien no debería pensar.
      Y después de estos puntos suspensivos... yo, pensándote mientras escribo esta carta de última hora para despedirme una vez más, para dejarte un beso en la mejilla y caminar otra vez la vuelta a casa.
      Después, entre signos de pregunta, la pregunta. ¿Cómo estarás? Luego, yo otra vez, y otra vez pensándote, imaginándote, solo para tenerte un rato acá bailando "Chasing pavements" bajo la luz tenue que alcanza para iluminar tus pies descalzos y libres, yendo de acá para allá, como jugando a la rayuela. Y yo te miro atento para no perderme ni un solo detalle de tus movimientos que me fascinan, que me llevan como un barrilete atado a tu cintura.
      Pero ya está, hay que bajar, caminar mirando las estrellas, sintiendo la noche, porque la noche se siente, como yo te siento.
      Y después del próximo punto, otra vez la nada. Punto.

RR


CAPÍTULO 41

      Lo que les quedaba quizás les parezca poco pero les puedo asegurar que no lo era. Lo que les quedaba era todo, todo lo que tenían, todo a lo que se podía aspirar. Lo que les quedaba era ellos, el uno para el otro. Lo que les quedaba era celebrar que se tenían en medio de tantas ausencias dolorosas. Lo que tenían eran noches y días, soles y sombras, bocas y cuerpos. Eso tenía que celebrarse, eso era mucho más de lo que podemos esperar, no había que esperar más nada, no tenía sentido seguir ocultando lo que era innegable: el amor se les había presentado autoritario e inevitable y por más que quisieran tratar de escaparse los encontraría para ponerlos en su lugar. Si ayer esto parecía imposible, ayer ya era parte del pasado y el hoy se levantaba inapelable, como sus miradas que se unían en medio de toda esta gente que se mira pero no se ve, así como alguna vez se miraron ellos sin verse.
      Hoy, solo hoy, sin ayer y sin mañana. Hoy, tremendo desafío solo para los valientes que ya no buscan en el pasado ni pierden tiempo planeando un futuro incierto. Hoy, este día, este mes, este año, único e irrepetible. Nunca más existirá hoy.
      Entonces, amor mío, te reto a que nos encontremos, a abandonar nuestras mutuas ausencias y dejar de ser sombras del pasado. Hoy.

RR
ÚLTIMOS DÍAS

     Usted, querida, tal vez no lo sepa, pero el amor no es como morir, el amor es morir. Yo, por ejemplo, me muero de ganas de usted cuando la distancia nos aleja y entre usted y yo se interpone un silencio que es como un agujero negro donde la nada se revela dolorosa, majestuosa y dominante.
     Y en esas horas aciagas me muero por tenerla cerca, notar su presencia aunque la oscuridad me impida verla.
     Me muero por tocarla y acariciar su pelo; por rodear su cintura y pasar los dedos de mis manos suavemente sobre sus pezones erguidos y alertas. 
     Me muero por zambullirme en su boca desde esta locura que me empuja a buscarla aunque me muera en el intento. 
     Me muero por saber de usted, sin intermediarios, ni encomiendas, ni cartas; saber de usted por el suave susurro de su voz; saber de usted de su puño y letra. 
     Me muero por caminar a su lado abrazándola, convertidos en un amoroso ser de cuatro piernas. Caminar sincronizados, cuidándonos del frio del invierno, apurando el paso para traerla a mi cama -que usted bien sabe que también es suya- sólo para tener una buena razón para pasar la noche en vela mirándola, bebiéndo de sus sueños con devoción. 
     No, querida, el amor no es como morirse. El amor es la muerte que todos deberíamos perseguir. Por eso yo elijo morirme en estos momentos en que debo despedirme por un rato de su ausencia mortal, para refugiarme en los dictados de su recuerdo y resucitar como un fantasma hasta que usted vuelva. 
     Vida mía.

RR

CENIZAS


     Cuando ella finalmente se vaya no va a quedar nada más. No más cartas, no mas insomnio, no más recuerdos, no más extrañarla, no más contenerme de saber de ella. Todo será la nada, su ausencia verdadera, ya no la de su cuerpo tibio, la de sus ojos fueguinos, la de su boca embrujada y de sus besos incurables. No, será una ausencia total, aunque menos despiadada y terrible. Será ausencia de sentirla como mía aunque nunca lo haya sido. Será ausencia de inspiración para escribirle, para llenarla de todo esto que involuntariamente ha provocado.
      Y entonces me pregunto qué quedará para mí. Una vida vacía, ausente como ella. Quedará esta lapicera y este cuaderno en reposo. Quedará la guitarra vibrando de melodías huérfanas. Quedará el cielorraso sin su imagen pintada a pincelazos de recuerdos por las noches. Quedará alguna carta como esta a medio terminar. Quedarán cenizas de su voz y de su risa en silencio. En definitiva, quedaré yo con la mitad de mi vida.

 

RR


Foto: Guillermina Raggio
HUNDIDO

      No, no me cuesta escribirte. Puedo imaginar tus ojos y en un segundo encontrar un millón de combinaciones de verbos, sustantivos y adjetivos que te describan en este papel, en esta tarde lluviosa de septiembre. Puedo arrimarme a vos despacio con alguna palabra, como sin querer, aflojando la mano al escribir para disfrutar cada trazo, cada punto, cada coma. Te miro de lejos, te llamo y te veo venir, compitiendo con el sol para ver quién irradia más luz. Y cuando ya estás cerca me contagio de tu sonrisa, me acerco y arrimo mi boca a la tuya, y primero tu aliento y después tus labios y luego tu saliva y al fin la vida y la muerte. Y entonces tu pecho apretado y tu espalda que captura mis manos. Y entonces los ojos cerrados y la intimidad de un encuentro premeditado por algún misterio universal, un único e irrepetible momento en el tiempo que se va entre el ir y venir del viento que arremolina las hojas en nuestros pies enfrentados y juntos. Acariciar tu nariz arrugada con la mía, abrir los ojos y mirar mi reflejo en los tuyos. Sentir la sangre recorrer el cuerpo como una tormenta en medio del océano y hundirnos con este barco. No quiero faros ni islas desiertas que me salven, no quiero botes salvavidas ni misiones de rescate. Quiero hundirme voluntariamente en la profundidad de tu alma y permanecer ahí, sin ningún plan, sin ninguna posibilidad de ser rescatado. Solo naufragar en vos.

RR
DE QUERERTE

      ¿Cuáles serán los lazos que nos unen, a nosotros, a ellos, a algunos afortunados? ¿Qué es ese hilo misterioso que que va uniendo nuestras vidas así, sin darnos cuenta? De repente un día... ¡zas!, caemos en la vida del otro como si fuésemos una pieza de un rompecabezas universal. Te puedo asegurar que encontrar esa pieza que se acople no es tarea sencilla. Y acá estamos, unidos y separados. Unidos por algo que no puedo explicar porque ni siquiera llego a comprender. Y separados porque sí, porque las cosas a veces, a pesar de que creamos que tienen que ser, no son. Y la verdad es que duele, ¿qué querés que te diga? Vos también lo sabés, aunque te escondas en esa coraza, lo sabés igual que yo. A la vida le podés esquivar un tiempo pero tarde o temprano te encuentra y te pone en tu lugar y ahí, agarrate, más vale que tengas unos cuantos cabos atados porque si no... Te aseguro que el barco se mueve mucho.
      Pero yo no me senté a escribirte para darte clases de navegación, lo mio es mucho más sencillo y directo. Te escribo para decirte que te quiero, que solo saber de vos me anuda el estómago, que bajo la cabeza para no encontrarte, que tu nombre se ha hecho sinónimo de lo que me falta, que lo único que me queda es censurar tu imagen cada noche para no ir a buscarte en medio de la madrugada.
      Pero también te escribo para que sepas que ya no sos lo que más quiero. Lo que más quiero es dejar, de una vez por todas, de quererte tanto.

RR


SIN RENUNCIAS

      Esta será esta la última vez, después de hoy no habrá mañana. Cuando cierre esa puerta será para no volver, porque cuando llegué lo hice siguiendo un amor y con ese amor me quiero ir, no quiero la miseria del desamor, no quiero reproches ni lágrimas. Te lo juro, prefiero el desconsuelo del final y de la pérdida que el desengaño. Si lo que querés es que me vaya, me iré por donde vine. Pero me iré con el amor intacto, aunque me lleve el corazón roto y el alma inundada de tristeza. Porque cuando el tiempo pase probablemente me retuerza de dolor pensando en vos, hasta morirme y resucitar mil veces para seguir pensando en que no estás acá iluminando mis noches, calentando mi cuerpo, pero eso es mejor que alegrarme de ya no verte, de sentir tu ausencia como un alivio. Eso nunca. No querida, de acá me voy a ir queriendote como siempre, como vos sabés que te quiero desde el primer día, aunque hoy prefieras que no lo haga.
      Y está bien, no llores preciosa, no llores, esto también es el amor, estos son los riesgos y nunca se toman en cuenta, solo se viven, se sufren, se lloran pero jamás se renuncian. Porque no se puede renunciar al amor. Porque no puedo renunciar a este amor, a quererte… aunque vos no me quieras.

RR


ETERNAMENTE

      El tiempo es terrible, mi vida, es imperdonable...El tiempo nos ha demorado en la soledad por años, haciendo caso omiso a nuestro destino que ya tenía nuestro amor entre sus planes. El tiempo hizo que diéramos vueltas y más vueltas buscando lo que teníamos frente a nuestras narices, me hizo doblar aquella esquina justo cuando vos salías de esa casa, que si no hubiese sido por el tiempo que demoré, habría sido desde ese día también la mía. Y con el tiempo me fui a recorrer el mundo pensando que seguramente te encontraría de su mano, ya que todos me decían que él te traería algún día. Pero el tiempo pasó y solo me trajo el triste regreso y la triste melancolía del desencuentro y de las horas detenidas, esa sensación que perduró hasta que el tiempo apareció nuevamente, y esta vez al doblar la esquina te encontré entre risas de papeles caídos en el piso, entre miradas que se reconocían y que se hablaban. Fue aquel el primer instante de ese tiempo que pareció detenerse para nosotros, que sembró el espacio de una primavera verde con olores compartidos, con besos florecidos en las bocas que intercambiaban tallos y humedades, días y flores.
      Pero eso que parecía que iba a durar para siempre solo duró un instante, solo uno, y no hubo manera de convencer al tiempo de que ese instante era nuestro. Porque el tiempo nos mostró que no se puede capturar al sol para que no se ponga por las tardes y que cada día era único e irrepetible, que cada beso tomado de tu boca no tenía reemplazo y que las horas se terminan como se terminan los días y los besos.
      El tiempo es terrible, mi vida, y jamás podré perdonarlo. El tiempo se ha ido para nosotros y solo nos queda este último atardecer, este último beso, el de esta despedida, el del último minuto. Solo nos queda este beso que nos encontró a nosotros, el del descanso, el de la eternidad, el del amor.

RR
Foto: Pablo Silicz
EN LOS JARDINES DE UN LUGAR

      Y se pasa, viste, como se pasa todo. Al principio creés que no se va a pasar nunca, que el ardor te va a consumir, que la garganta se va a seguir secando hasta estrangularte y que el nudo en el estómago te va a destruir. Pero se pasa, no sé cómo ni cuándo ni dónde, solo sé que se pasa. Un día dejás de ver esa cara en todos lados y ya no temblás al pasar por una esquina. Un día te sentás y ves una hoja y una lapicera y escribís, cualquier cosa, lo que se te ocurra primero, y entonces ya no es ese nombre, ya no son corazones ni versos trágicos, son solo palabras, algún recuerdo mitad verdad y mitad fantasía. Después, con el tiempo, ya no te sobresaltás cuando suena el teléfono, ni ves en las cuentas que dejan en la puerta posibles mensajes diciendo con esa letra de mujer, “me di cuenta de que te quiero“. Los días de sol se convierten en solo eso, en días de sol, para caminar, para mirar el mar o para pensar en cualquier cosa. Y cuando vienen esas tardes de lluvia tan siestas y tan cucharitas ponés a Spinetta y entonces las gotas que caen afuera son una plegaria y vos solo un niño dormido. Y así se va pasando, de a poco se va aprendiendo a vivir, roto de dolor, mirando el reloj esperando que en algún momento se detenga y aparezca un ángel o un demonio que te lleve para terminar con el suplicio de la casa vacía, del olor que dejó su ropa en los cajones, de no encontrarle respuesta a las miles de preguntas que no importan porque ninguna respuesta la va a traer de vuelta.
      Así dejé de pensar en vos, así me morí y así resucité. Y cada vez que resucité fue esto que quizás estés leyendo ahora en tu ventana, una carta, que tiene tu nombre y tu dirección y tu olor de mujer que se extraña en la sangre. Una carta que no tiene solo palabras escritas en medio de la locura y la desesperación de la noche que te anhela, una carta que tiene voz propia porque en ella va mi vida, van los besos que quedaron atrapados en mí sin posibilidad de crecer en nadie más. Y hoy solo soy este jardín de invierno que guarda los frutos de lo que vos sembraste y que solo respira a través de cartas que salen hacia vos buscando traerme aire y agua para no morirme. Porque no me quiero morir así, solo en esta huerta, hablándole a la tierra de mi devoción por tus pechos y tu cuello, por tus piernas que guardaban mi sexo con amor, por tu corazón duro pero florecido en mis brazos, por este engaño de quererte sin remedio, sin razones, sin nada, solo con el alma desvastada y la carne que se me pudre en el cuerpo para alimentar tu tierra, tu savia milagrosa, tu recuerdo que me persigue implacable y que me escupe en la cara la verdad: todo pasa… menos vos.

RR


Foto: Guillermina Raggio
DE QUIEN ESPERA

      Estoy viendo caer la tarde y mientras te espero me puse a ver si de alguna manera encontraba otras palabras que pudiesen servirte de bienvenida para cuando llegues, para cuando asomes en mi puerta junto con la luna en la ventana. Pero no puedo, siempre me sale lo mismo, siempre sos vos, inevitable, omnipresente desde que asomaste a mi vida. Entonces tengo que dejar de ser yo por un momento y buscar ser otro, otro que te busca aún cuando estás presente, cuando te deslizas suavemente encima mío para mirarme y demostrarme con cada parpadeo como se apaga y se enciende la vida en tus ojos. Trato de alejarme de vos por un instante para observarte de lejos y contemplar tus pasos, tu danza sobre esta tierra mía que germina esperanzas con cada uno de tus movimientos. Quisiera poder parar mi corazón por un momento y morirme a tu lado, aunque sea un rato, como para sentirme que muero contento, que hemos batido al enemigo, que si eso sucede, que si la muerte me sorprende acariciando tu pelo o velando tu sueño, se va a llevar a un tipo feliz, sin quejas, sin reproches, porque vos te quedarás con todo lo que alguna vez fue mío, todo lo que fui guardando en estas cartas, palabras y más palabras, el jugo que vos lograste exprimirle a mi alma que alguna vez fue piedra dura y áspera por los golpes, por las soledades, por los desencuentros que murieron de miedo ante vos en noches compartidas como esta que se acerca y me propone el desafío de animarme a ser nosotros, a guardar en un cajón las tristezas del pasado y preparar la cama para dos (turuturururururuuu turururaaa). Esta no es una carta más, es una menos. Una menos que no se perderá en el cielo, que llegará a tus manos sin grandes pretensiones, solo como una caricia, como la mano que toca tu mejilla y que luego mordisquea tu boca, como la loca pretensión de quererte hasta el final, hasta que no quede nada, si es con el alma, será con el alma, si es con el cuerpo, será con el cuerpo, pero siempre será así, como te quiero hoy, y si así no fuese todo habrá terminado, y ese que conociste habrá muerto y esa que conocí se habrá ido para siempre, con estas cartas y con noches como esta que está a punto de comenzar. Bienvenida a casa.

RR


Foto: Pablo Silicz
DELIRIUM TREMENS

      He decidido vivir esta fantasía como si fuese real. Porque sí, porque la realidad no es realidad per se, la realidad es lo que yo siento que es real y real es esto que me impulsa a escribirte, real es quererte así, sin razones, sin explicaciones posibles, caminando todo el tiempo sobre una cornisa que me puede llevar a la muerte de llamarte y morirme ahí, pegado al tubo del teléfono. Pero no, me quedo acá, vivo en mi fantasía. Al fin y al cabo, nadie me podrá acusar de vivir fuera del mundo porque inmediatamente les retrucaré: ¿qué mundo?, ¿el de las muertes estúpidas e innecesarias?, ¿el de las soledades en medio del furor de las comunicaciones que no son más que castillos en el aire? Yo te quiero, y eso no es una fantasía. Fantasía es creer a veces que puedo llamarte de la nada y decírtelo, suicidarme contra la imposibilidad de fabricar el amor, de provocar en vos lo que siento en mí, ni siquiera de llegar a que puedas mínimamente entender lo que me pasa. ¿Cómo podría explicarte si ni siquiera yo lo entiendo? Solo sé que es, del verbo ser, material y concreto, que al igual que la vida y la muerte, que la esperanza y el desamparo, que tus ojos y tu ausencia, existe; que te quiero y no hay nada que pueda hacer para evitarlo, solo esperar que algún día alguien tome tu lugar y yo pueda dejarte tranquila. Por ahora... lluvia, extrañarte en cada gota, someterme sin excusas a vos para que por lo menos sirva para inflar tu ego y este gran globo que me lleva de paseo por las alturas para mirarte, ahí, en la cumbre del pedestal que te he edificado con un fanatismo irracional que es hijo de un amor que nunca entenderé. Esto es así, fantasía y palabras que solo me pueden servir a mí en estas noches de humedad y recuerdos caídos como rayos de alguna parte. Pronto ya nada quedará de todo esto, solo residuos de mis delirios. Incluso de ese que afirma que vendrás algún día nuevamente a dejar tus besos acá, donde reposan todas estas cartas sin sentido.

RR


Foto: Guillermina Raggio
VICTORIA

    
Una fila en un mercado cualquiera, en una esquina cualquiera, en una ciudad cualquiera que se convierte repentinamente en un big bang y el piso en una bandeja que recoge los pedazos de un corazón que salta del pecho tratando de suicidarse, sin dejar una carta para nadie, sólo salta como desde un barranco infinito.
      Yo me quedé tieso, estupefacto de verla, incrédulo de que el tiempo hubiese transcurrido, de que las estaciones hubiesen pasado por los árboles ya muchas veces y, sin embargo, ahí estaba esa mirada inolvidable que yo ya había olvidado pero mi corazón no. No lo culpo, supongo que él se dio cuenta del engaño al que había sido sometido todo este tiempo cuando le había hecho creer que ella había sido sólo un momento, un mal momento, una equivocación, una inconsciencia de alguien encandilado por un brillo sobreestimado y hasta incomprensible.
      Un metro me separaba de aquello que nunca pude separar del todo, un metro en donde cabían todas las ilusiones y las fantasías posibles del amor. Y ahora, ¿de qué vale seguir llevando adelante esta comedia trágica? ¿De qué vale volver a mandar al ostracismo su recuerdo que emergió furioso a darme batalla hasta la muerte? Si no me animé en ese momento fue sólo porque no hubiese podido articular palabra alguna, hubiese balbuceado como un estúpido, y la realidad es que es casi lo mismo que estoy haciendo en este momento mientras le escribo una vez más, desempolvando hojas y palabras que habían sido guardadas bajo siete llaves para evitar su radiación y que ahora me han poseído. 

     Y ya no hay vuelta atrás. Si alguna vez intenté olvidarla, si alguna vez esperé que el tiempo pasara y curara las heridas, si alguna vez la llené de desprecio en mi cabeza para poder sacarla de ella, pues bien, todo eso fue un rotundo fracaso. Hoy he dejado de fingir, he aceptado el hecho de que la quiero, y no me importa encontrarle razones que lo apruebe o que lo rechace. He recuperado mi vida, la real, la que estoy dispuesto a vivir, la que no tiene lugar fuera de tu mundo. ¿La otra? La otra no me importa, no vale nada, es cartón pintado, estadísticas para un sistema al cual no me interesa pertenecer. La otra vida es pura intrascendencia, es un cálculo constante de probabilidades, de posibles derrotas y ocasionales victorias para minimizar riesgos. Para mí, en esta vida recuperada no hay riesgos ni derrota posible, he vencido los fantasmas y los miedos, he corrido la cortina de la ventana que daba a su vida, he vuelto sobre mis pasos para perseguir los suyos una vez más. Esa es mi victoria.
      Estas últimas líneas que estás leyendo no son las últimas que estoy escribiendo. Una vez que cierre el sobre y emprenda el camino hasta su puerta se escribirán las líneas más importantes de mi vida. Esas, que serán nuevamente suyas, serán pura verdad, sin omisiones ni censuras. Esas palabras respirarán y volarán libres nuevamente por un cielo recuperado. Aunque jamás nos volvamos a ver.

 

RR


Foto: Walter Colantonio
A BUSCARTE

      Hace tiempo decidí salir de la trinchera, enfrentarme a la artillería y esperar lo peor. ¿Qué podría ser peor que morir en un trinchera? O más miserable incluso: ser condecorado por resisitir, por aguantar, que no es otra cosa que una medalla a la cobardía. No, querida, yo salgo, y que las balas me perforen el cuerpo, no importa, porque la decisión de salir, de enfrentar el barro, el destino y la muerte va a mantener mi alma viva, no en este mundo que a nadie le importa, solo en vos, en la mujer que me espera al otro lado de este infierno. He decidido salir a buscarte, a revolver entre cuerpos extraños, a preguntarle a quién haga falta. Yo, que me sentía perdido en esta guerra voy a jugarme lo único que me ha sido dado: mi vida. No me importa nada, ni las penas ni las heridas. Y ahora que estoy a punto de saltar al vacío solo dejo este testamento, estas palabras que alguien quizás recoja en este pozo y me sirva de testigo en esta confesión: no estoy loco ni he perdido la cabeza, solo sufro de quererte y buscarte es mi remedio, aunque nunca te encuentre.

RR


LIBRE

   
Tal vez piensa que la voy a esperar para siempre, que voy a quedarme acá, como en una estación de trenes abandonada escribiendo por siempre esta última carta. Bueno, yo también a veces lo pienso. Pienso que va a ser imposible dejar de quererla, de verla en todas partes como si estuviera grabada en mis retinas. Nunca imaginé la vida de esta manera, porque si bien ya no estaba, la realidad es que estaba en todas partes.
      ¿De qué sirve ahora que suene el teléfono si ya no me importa quién me llama, si ya no salgo corriendo para que no se corte? ¿De qué vale ya mirar de reojo al pasar por aquellos lugares donde podía estar? De nada, Ya está, ya pasó, de repente soy yo, uno solo, sin sombras ni fantasmas, sin ansiedades ni recuerdos que me torturen. Pero mirá vos que ironía, a pesar de todo, estoy seguro de que si volviera a verla, querría acercarme a su lado. Ahora ya está, primero se fue ella y ahora se fueron sus recuerdos. Y está bien, porque ahora ya nada me obliga. Porque ahora me siento libre de volver a buscarla... de volver a quererla.

 

RR


Foto: Guillermina Raggio
SOBRE LA TIERRA

      Estoy a punto de escribir algo que quizás me condene de por vida, lo he meditado pero ha llegado el momento, no porque crea que exista un momento, sino porque ya no es posible demorar más mi confesión. Lo que tengo para decirte no es nada trascendental para vos, o tal vez sí, vos sabrás, pero sí es trascendental para mí. Solo de eso se trata, de trascender, de dar ese salto fuera de mi vida, pasar a otro plano, a uno en donde todo parece desaparecer, donde solo sobreviven los valientes, los carentes de la cobardía de este mundo acomodado a un vacío y a una insatisfacción permanente. He decidido abrir una puerta que sé positivamente que una vez abierta ya no podré cerrar y que aunque decidiera tratar de volver sobre mis pasos la abertura me mostrará lo que nunca podrá ser cubierto y me perseguirá con su grito sin que pueda ser silenciado.
     No siento miedo, siento la ansiedad del que mira la bola saltar en la ruleta sabiendo que está en manos del azar. Ese mismo azar que te cruzó en mi camino un día ligando mi mirada a tus ojos para siempre. Hoy mis pies me han traído hasta acá siguiendo un mapa escrito en paredes rotas, en caminos fatigosos, en noches desesperadas. He comprendido que solo hay una forma de acercarnos a la inmortalidad verdadera, no a la de las religiones ni de los teólogos.
      Acá, parado sobre esta tierra que me sostiene, quiero que sepas que te quiero y que si por azar vos también me querés, pues bien, ni la muerte logrará arrancarme de tu lado.

RR


Foto: Andrea Alegre
ALEGATO FINAL DE UN HOMBRE ENAMORADO
   
Querida:

      En respuesta a su última carta lacrada con ese silencio tan suyo sólo puedo decirle: lo lamento. Lamento mucho quererla así, desconsideradamente. Lo siento, nunca pensé que el sólo hecho de verla caminar tan cerca y a lo lejos podría provocarme esta incontenible sensación de abandono y descontrol. Créame, nunca me había pasado sentir una necesidad tan escandalosa de besar, de arrancar las agujas del reloj y detener el tiempo y echar el mundo a rodar y zambullirme al mar helado en pleno agosto.
      Lo sé,
de nada serviría tratar de ocultar esta sonrisa permanente que me delata y me pone en el banquillo de los acusados sin posibilidad de arrepentimiento. Soy culpable. Culpable de quererla como la quiero, despiadadamente, con alevosía y sin atenuantes. La quiero, en pleno uso de mis facultades aunque me vuelva completamente loco.
      Adelante, deme la condena que usted considere justa, la aceptaré sin excusas. No hay manera de someterme a otra cosa que no sea a sus idas y vueltas, a su presente, a su futuro y hasta su pasado que desconozco de principio a fin.
      Y si tengo que esperarla encerrado en la oscuridad que se bate entre el ocaso y el amanecer, escribiendo estas cartas malditas sobre paraisos perdidos, pues bien, acá me quedaré.
Pero no crea que estoy intentando ser un héroe. De ninguna manera. Entienda que el amor no da opciónes. Pues algo que desconozco trajo sus huellas perdidas a los límites de mi camino, y a partir de ese momento no me quedó otra cosa que hacer que que seguir el suyo.
      Y aunque me pudiese dar la cabeza contra el muro más elevado de las imposibilidades; aunque me expusiera desvergonzado a las miradas y a las burlas; aunque su indiferencia pudiera ser un día el peor de los tormentos; aunque el filo del olvido bajase finalmente como una guillotina sobre mi cabeza, sólo usted, Querida, puede hoy mantenerme creyente de estar vivo.
      Sin embargo, no tema por usted, ni por mí. Llegado el momento, el camino correcto será el que guiará sus pasos. Mientras tanto, la invito a mantenernos cerca, a seguir cruzando estas miradas de lado a lado que quizás nos puedan ayudar a desvestir nuevos deseos y aliviar viejos temores. Y si en el final decide borrar sus huellas de este sendero mutuo, usted no volverá a saber jamás de mí. Pues yo abandonaré su destino y me declararé un hombre felizmente muerto.


RR


EN BLANCO Y NEGRO
     La vida se me presenta así, en blanco y negro. El mundo se ha tornado monocromático, gris y aburrido y en medio de ese campo sin gracia se levanta su imagen, la de la flor que me captura, que me sublima y me despierta. Entre todas está ella, levantándose altiva y misteriosa, empapada por un rocío que marca el comienzo del día. ¿Cómo podría conformarme con menos después de haberla visto? ¿Cómo podría hacerle caso a los que tratan de convencerme de que el mundo está lleno de flores? Sí, lo sé, el mundo está lleno de flores pero entre todas está ella, la única que me conmueve, que me provoca todo esto que se arremolina en esta hoja.
      It’s only love.
      No quiero que mi vida sea gris, quiero sus colores, sus soles, sus vientos y sus rocíos. Con ella es todo o nada, es vivir en plena consciencia, es saltar del bote al llegar a la garganta del diablo, y que me lleve. Con ella todo queda bajo el dominio de los sentidos, es una borrachera con la más dulce de las uvas.
No me voy a quedar en este campo gris mirándola sin hacer nada, la vida es corta aunque las horas son tan largas (J.L.B.) y no me puedo dar el lujo de mirar para otro lado, de hacerme el distraído sólo por temor, por cobardía, por no querer arriesgar. Nada de eso me va a servir en el final. Pero si por uno de esos misterios del universo logro transplantarla a mi vida todo tomará sentido, y en ese último reflejo de consciencia la imagen de sus ojos se irá conmigo.

 

RR


ELLA Y ÉL
 
     Y se le ocurrió mirarla de lejos, observarla andar como quien ve una mariposa revolotear alrededor. Cada día se sentaba en el banco de la plaza solo para verla pasar, para sentirse incluido en su mundo aunque sea por ese breve instante en que él formaba parte de la escenografía en esa escena matutina. Haberle dicho hola hubiese sido algo esperable, incluso mirarla a los ojos al pasar para tratar de encontrar algún destello especial, algo que se encendiera con su mirada. Pero no podía, algo lo alejaba de esa mirada que lo conmovía, que hacía temblar sus manos y sudar su frente. Había algo en ella que era sagrado, que no lo dejaba acercarse por alguna especie de temor a profanar lo que para él era la vida misma encarnada en un ser humano. Ella era la que le daba sentido a todo. Sin ella el sol era solo una luz en el cielo y el cielo solo un vidrio celeste. Aquello que lo atraía tanto, a su vez lo retenía, lo frenaba y no le permitía acercarse. Ella era su musa, su pitonisa. Ella inspiraba sus versos y predecía su futuro, ese que de a ratos se presentaba con todos los colores del arco iris, como cuando ella pasaba a su lado, o en un gris opaco como cuando la perdía de vista.
     Pero entonces, algo sucedió, algo que inevitablemente siempre sucede, porque todo tiene un límite, porque todo tiene que terminar tarde o temprano, para bien o para mal. Un día finalmente tomé coraje (o quizás solo perdí la cabeza) y decidí escribirle una carta y decirle "te quiero".
      Y así... supe que todo había terminado entre nosotros.

RR


NUBES
 
     Vayamos viendo, estudiando un poco toda esta situación. Yo sé que no es fácil para vos pero tampoco lo es para mí. Yo ya te daba por perdida, ya no tenía ni siquiera una lágrima tuya más en los ojos. No fue una decisión que tomé, solo pasó, como era de esperar, como vos lo querías y, para qué negarlo, como lo quería yo también en algún punto. Yo hice fuerza para olvidarte y no lo conseguí. Pero un día, sin darme cuenta, me desperté sin vos. Y yo notaba algo extraño ese día, me sentía más liviano, había algo raro en mi cara aquella mañana cuando me miré al espejo. Después me dí cuenta de que aquello que me parecía raro era una especie de sonrisa en una cara que otra vez me resultaba conocida, ya no esa imagen desfigurada de lo que alguna vez había sido mi cara. Esa sonrisa era el punto final de una historia que se me había hecho muy larga pero esa sonrisa también tenía algo de invitación, de bienvenida.
    ¿Qué querés que haga ahora? Ya no puedo hacer más nada, hice todo y mucho más de lo conveniente y no tengo arrepentimientos. Lo que venís a buscar ya no está, ha quedado atrás, como todas esas cartas atadas con un hilo rojo. Lo que venís a buscar es un amor que ya es pasado, recuerdos de alguien que ya no es. Lo que vos venís a buscar no soy yo, es aquel, aquel que te quiso mientras estuvo a tu lado y que te siguió queriendo solo, desnudo debajo de una tormenta despiadada hasta que volvió a salir el sol.
    No te das una idea de cuánto lo lamento. Estas lágrimas que caen ahora sobre esta hoja no son por aquel amor nuestro, son por vos hoy, porque te veo desnuda y sola y con una tormenta conocida que se acerca... despiadada.

RR




LUCES Y SOMBRAS


      Ya está, esa es la puerta, vos conocés bien la salida, te has ido una y mil veces y una y mil veces te he buscado, pero ya está, no más. Al cerrar esa puerta me quedaré solo (tan solo como un hombre a veces debe estar). La luz, la tuya, habrá quedado afuera y solo me quedará la oscuridad para abrazarme y no soltarme jamás. Y vendrán días de furia, de tristeza, de desdicha y desesperanza. Mi cara se despejará de risas y de brillo, solo quedarán un puñado de expresiones abandonadas en la desolación. Y se irán los amigos y hasta los conocidos. Será el final.
      Entonces, tal vez suceda lo que sucede después de cada tormenta por más terrible que sea, tal vez un rayo de luz asome un día entre tantas nubes negras y reviva la tierra. Tal vez ese rayo de luz sea el reflejo de unos ojos claros, prometedores de nuevos tiempos y nuevas miradas. Puede ocurrir que esos ojos se queden por una noche, hasta la mañana o hasta siempre. Y si no fuese así, si esos ojos que vienen a ocupar tu lugar esa noche deciden irse con el amanecer se llevarán la tormenta y la oscuridad y dejarán su reflejo en este cuarto que hasta ahora solo conoce el tuyo, ese que me estremece mientras escribo esta carta, la última, la que no volverá a repetirse nunca, como esta imagen en mi cabeza, como este tatuaje con tu nombre en el alma, como vos, mujer y luz.

RR
 
 

DE LA NOCHE A LA MAÑANA

     ¿Qué hora es?.. ¿Ya?.. ¿Y a qué hora se hizo esta hora? ¿Dónde estaba yo cuando esa hora vino y se fue la anterior? Porque se fue, se...