sábado, 25 de enero de 2014


ANTES DEL FUEGO
    
 
     Si todo fuera tan sencillo... Como desojar una margarita, me quiere, no me quiere, me quiere... Si todo fuera cuestión de confesarle de una vez por todas este amor que ha crecido al calor de su lejanía, de su indiferencia, bajo la tenue llovizna de las horas en las que la pienso y la deseo en silencio. Si todo fuese cuestión de seguir escribiéndole, revolviendo entre palabras tratando de hallar algunas que me sonrían y me hagan creer que son las correctas, que con ellas voy a atar su vida a la mía. Pero estas palabras que solo cuentan historias ajenas no logran contar la nuestra, la que no existe, la de una mujer que quiero pero que no me ve, aunque le pase mil veces por adelante, aunque le envíe durante mil y una noches todos los cuentos de Sherezade, uno a uno, para lograr mantenerme con vida, para arrimarme a su lejanía, para recibir su viento en mis velas y navegar el tiempo que me quede a su lado. Si aunque sea me diera por vencido y ya no fuera esto que soy, este manojo de ansiedades y deseos, de sueños que voy postergando hasta que ella se de cuenta o hasta que yo me seque como una espiga de trigo y el aire me desgrane de a poco hasta desaparecer.
     Ay si todo fuese tan sencillo como decirle te quiero, solo eso, tan poquito para tanto, ocho letras, dos palabras y toda mi vida en ellas: te quiero,  como no quisiera quererte, como un destino irrenunciable porque queriéndote como te quiero no tengo más opción que quererte.
    Y no logro salir de este laberinto de quererla así, en silencio, a escondidas, haciéndome el lobo solitario, el vigía de su vida, el patio de atrás de la casa que guarda su ropa y su cama, esa que imagino como mía cada noche pero que nunca conoceré, solo me quedará pintar cuadros plagiados con las historias de sus sueños y agregarme como un intruso tratando de ser ese quien la abraza, quien come de su plato, quien bebe de su boca. Solo me queda seguir conjugando el potencial, hacer malabares con mi cabeza para no perderla, para mantenerme aunque sea cerca de su nombre y tener algo que escribir y quemar, como si fuese un ritual sagrado, cartas y más cartas sin dirección y sin respuestas, solo ella y su nombre, solo una historia de amor que se repite una y otra vez.

P.D.: Y vos estás en todas y yo en ninguna.

RR

                       

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