lunes, 27 de enero de 2014

LIBRE

   
Tal vez piensa que la voy a esperar para siempre, que voy a quedarme acá, como en una estación de trenes abandonada escribiendo por siempre esta última carta. Bueno, yo también a veces lo pienso. Pienso que va a ser imposible dejar de quererla, de verla en todas partes como si estuviera grabada en mis retinas. Nunca imaginé la vida de esta manera, porque si bien ya no estaba, la realidad es que estaba en todas partes.
      ¿De qué sirve ahora que suene el teléfono si ya no me importa quién me llama, si ya no salgo corriendo para que no se corte? ¿De qué vale ya mirar de reojo al pasar por aquellos lugares donde podía estar? De nada, Ya está, ya pasó, de repente soy yo, uno solo, sin sombras ni fantasmas, sin ansiedades ni recuerdos que me torturen. Pero mirá vos que ironía, a pesar de todo, estoy seguro de que si volviera a verla, querría acercarme a su lado. Ahora ya está, primero se fue ella y ahora se fueron sus recuerdos. Y está bien, porque ahora ya nada me obliga. Porque ahora me siento libre de volver a buscarla... de volver a quererla.

 

RR


Foto: Guillermina Raggio

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