lunes, 27 de enero de 2014

CAPÍTULO 41

      Lo que les quedaba quizás les parezca poco pero les puedo asegurar que no lo era. Lo que les quedaba era todo, todo lo que tenían, todo a lo que se podía aspirar. Lo que les quedaba era ellos, el uno para el otro. Lo que les quedaba era celebrar que se tenían en medio de tantas ausencias dolorosas. Lo que tenían eran noches y días, soles y sombras, bocas y cuerpos. Eso tenía que celebrarse, eso era mucho más de lo que podemos esperar, no había que esperar más nada, no tenía sentido seguir ocultando lo que era innegable: el amor se les había presentado autoritario e inevitable y por más que quisieran tratar de escaparse los encontraría para ponerlos en su lugar. Si ayer esto parecía imposible, ayer ya era parte del pasado y el hoy se levantaba inapelable, como sus miradas que se unían en medio de toda esta gente que se mira pero no se ve, así como alguna vez se miraron ellos sin verse.
      Hoy, solo hoy, sin ayer y sin mañana. Hoy, tremendo desafío solo para los valientes que ya no buscan en el pasado ni pierden tiempo planeando un futuro incierto. Hoy, este día, este mes, este año, único e irrepetible. Nunca más existirá hoy.
      Entonces, amor mío, te reto a que nos encontremos, a abandonar nuestras mutuas ausencias y dejar de ser sombras del pasado. Hoy.

RR

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