lunes, 27 de enero de 2014

DE YA NO SER

     Palabras, palabras, palabras. Amor, olvido, deseo, dolor, noches, días, ojos, manos, bla, bla, bla. Las palabras no podrán nunca ilustrar el cataclismo que se produjo en mi vida al verte. Fue como una revelación, y ya no pude hacer nada para resistirme, solo me quedó sucumbir, derrumbarme como una torre de naipes, avergonzado ante tu mirada que me tomó de la solapa y me dominó impunemente. Y ahí estaba yo, indefenso y expuesto, sin poder hacer nada para resistirme, atraido como Ulises por las ninfas.
      Así arranqué mi odisea. Mi perdición comenzó con vos y la acepté gustoso y contento, consciente y conforme de que si de algo íbamos a morir, yo prefería morirme así, entregado a vos, la mujer que capturaba mi sueño y mi vigilia. Si había que morir, pues bien, ¿qué otra razón más verdadera y trascendente que esta tendría?
       Y ahora, mientras miro desde este lugar tan nuevo para mí a esos pocos alrededor de ese agujero en la tierra y no te veo entre ellos me pregunto: ¿valió la pena? Y solo existe un respuesta para esa pregunta: viví buscándote hasta que te encontré, te quise y me morí queriéndote. ¿Qué más puedo pedir?

RR
Foto: Guillermina Raggio

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