lunes, 27 de enero de 2014

SOBRE LA TIERRA

      Estoy a punto de escribir algo que quizás me condene de por vida, lo he meditado pero ha llegado el momento, no porque crea que exista un momento, sino porque ya no es posible demorar más mi confesión. Lo que tengo para decirte no es nada trascendental para vos, o tal vez sí, vos sabrás, pero sí es trascendental para mí. Solo de eso se trata, de trascender, de dar ese salto fuera de mi vida, pasar a otro plano, a uno en donde todo parece desaparecer, donde solo sobreviven los valientes, los carentes de la cobardía de este mundo acomodado a un vacío y a una insatisfacción permanente. He decidido abrir una puerta que sé positivamente que una vez abierta ya no podré cerrar y que aunque decidiera tratar de volver sobre mis pasos la abertura me mostrará lo que nunca podrá ser cubierto y me perseguirá con su grito sin que pueda ser silenciado.
     No siento miedo, siento la ansiedad del que mira la bola saltar en la ruleta sabiendo que está en manos del azar. Ese mismo azar que te cruzó en mi camino un día ligando mi mirada a tus ojos para siempre. Hoy mis pies me han traído hasta acá siguiendo un mapa escrito en paredes rotas, en caminos fatigosos, en noches desesperadas. He comprendido que solo hay una forma de acercarnos a la inmortalidad verdadera, no a la de las religiones ni de los teólogos.
      Acá, parado sobre esta tierra que me sostiene, quiero que sepas que te quiero y que si por azar vos también me querés, pues bien, ni la muerte logrará arrancarme de tu lado.

RR


Foto: Andrea Alegre

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