martes, 28 de enero de 2014

SÉPTIMO CIELO

     Cada vez que me siento a escribir... digamosló como corresponde: a escribirte, es como entrar a un cielo propio, celeste, virgen como un paquete de algodón recién abierto. Siento que puedo decirte lo que quiero decirte haciendo de cuenta que vos lo leés como si quisieras leerlo. Es pretender, simular, pero a la vez es todo lo contrario. Pretendo que te escribo y me hago una imagen tuya leyendo, ahí, sentada en tu cama, con tus almohadones y el cobertor color caqui. Yo acá, sobre esta mesa apoyo esta hoja en blanco que se va tiñendo de azul con la tinta de esta lapicera que guarda todo esto en su tubo interior y que sale para hablarte -nunca pensé que una lapicera pudiese contener tantas imágenes-. Tu pelo húmedo por esta lluvia que no quiere irse, tus pies fríos por la caminata, tus manos delgadas sosteniendo este papel, este cielo abierto donde volar libre. Estas cartas no son ni más ni menos reales que cualquier cosa que hayamos vivido, no tienen razón de ser pero son, como todo. Como vos que tampoco tenés razón de ser en este cielo pero sos. Sos la fuerza de gravedad que empuja la tinta hacia esta hoja que ahora imagino en tus manos, sobre esa cama, con esos almohadones y ese cobertor color caqui.

RR

 

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