Ya está, acá me tenés, porque
sí, porque esto no puede seguir así, porque no es posible que quererte
sea solo esto. No puede ser que vos solo seas estas palabras y esta hoja
y este remolino conjugando verbos, inventando algo que llegue
a vos arrastrado por este maldito viento que no para de soplar. No
acepto que solo seas este manojo de nervios, esta ansiedad
incontrolable. No te quiero más así, lejana y distante, amada inmortal,
bolero oxidado. No te quiero convertida en recuerdo, en soledad eterna,
en perdición irremediable. Te quiero a pura verdad, sin omitir detalles,
con lo que me gusta y con lo que no, aunque me queme como en una
hoguera, más allá de cómo te lo diga, más allá del tiempo que sigue
pasando y no cura nada, y del maldito olvido que parece que perdió el
tren y no llega nunca. Te quiero sin querer quererte, aunque suene
espantoso, aunque escribirlo me cause vergüenza, ya no me importa, no
estoy tratando de poetizar, solo necesito terminar con esta farsa de
escritor mediocre de noches desesperadas, de fotos viejas, de armar y
desarmar nuestra historia mil veces para tratar de encontrarle un
sentido a algo que ya lo perdió. No me hace falta más nada en este mundo
que no seas vos, pero no te quiero como un reflejo de luna llena en el
mar. Te quiero a vos, luna de polvo y piedra, llena y enorme, con tus
cráteres y tu misterio, desierta y áspera, con tu oscuridad y tu brillo.
Estoy harto de metáforas, de quererte con eufemismos. Te quiero a vos
como sea, no me importa ni tu humor, ni tus locuras, me importan tus
sueños y tu boca, me importan tus manos que me sostienen y tus dolores
que me duelen y tus ansias que me empujan y me alejan y tus ojos que me
atraen y me dominan, me importás vos y tu vida.
No quiero más este reflejo de amor, quiero amarte de cuerpo presente, empapado hasta los huesos cuando los vendavales se desatan y en la calma que viene después de la tormenta. Por eso llegué hasta acá, porque me partiste como un rayo y me dejaste tirado en el medio de la nada, y no pude hacer otra cosa que correr hasta tu puerta cobardemente con esta carta en la mano, para refugiarme o solo para que me mates una vez más con tu indiferencia.
No quiero más este reflejo de amor, quiero amarte de cuerpo presente, empapado hasta los huesos cuando los vendavales se desatan y en la calma que viene después de la tormenta. Por eso llegué hasta acá, porque me partiste como un rayo y me dejaste tirado en el medio de la nada, y no pude hacer otra cosa que correr hasta tu puerta cobardemente con esta carta en la mano, para refugiarme o solo para que me mates una vez más con tu indiferencia.
RR
Foto: Guillermina Raggio
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