TOC TOC
Tal
vez sea mañana o quizás el mes que viene, eso ya no importa. Lo que
importa es que está ahí, que camina por la mañana a su trabajo y por la
tarde a su casa en un mundo que nos es común a los dos. Que esta noche
que veo ahora por la ventana es la misma que ves ella y que este rumor
del viento en los árboles va a llegar a su casa en un rato nomás cuando
las luces de las ventanas empiecen a apagarse, cuando su ropa quede en un costado y el sueño la lleve a la cama.
Pero también puede suceder que sea hoy y que sea yo quien la lleve a la cama, a desvelar su noche, a dejar mi ropa al lado de la suya, a leerle entre besos cada una de estas cartas que he venido escribiendo para ella, sin su nombre. Porque no hace falta ponerle ningún nombre. Porque todo ha tomado sus formas y sus maneras, su aroma a playa desierta y al primer mate de la mañana. Porque todo lo que oigo a mi alrededor me suena a sus pasos, a su respiración agitada en noches de verano, juntos, apretados en una marea de sensaciones, cuerpo a cuerpo, descifrando misterios y revelando fantasías. Y también puede suceder que se deje llevar, que apoye su cabeza sobre mi hombro y se abrace a mí y me suelte una sonrisa de bienvenida y un beso en la mejilla que me estremezca. Puede suceder que en su cama se desate una de esas primaveras con mariposas en la panza, con flores en la oreja. Una primavera de calores humanos, de pieles rozadas y de ese perfume de amor transpirado. Primavera de orgasmos y sensaciones que llenan el alma. Sólo hace falta que abra la puerta fingiendo que no me esperaba, que nunca te lo hubiese imaginado, y qué sorpresa, pero pasá, no te quedes ahí parado, ¿querés tomar algo?, servite lo que quieras. Y yo, gracias porque a eso vine, a servirme lo que quiero en la luz tenue y cálida de tu noche, a beber de tu boca y brindar besos con sabor a primavera.
RR
Pero también puede suceder que sea hoy y que sea yo quien la lleve a la cama, a desvelar su noche, a dejar mi ropa al lado de la suya, a leerle entre besos cada una de estas cartas que he venido escribiendo para ella, sin su nombre. Porque no hace falta ponerle ningún nombre. Porque todo ha tomado sus formas y sus maneras, su aroma a playa desierta y al primer mate de la mañana. Porque todo lo que oigo a mi alrededor me suena a sus pasos, a su respiración agitada en noches de verano, juntos, apretados en una marea de sensaciones, cuerpo a cuerpo, descifrando misterios y revelando fantasías. Y también puede suceder que se deje llevar, que apoye su cabeza sobre mi hombro y se abrace a mí y me suelte una sonrisa de bienvenida y un beso en la mejilla que me estremezca. Puede suceder que en su cama se desate una de esas primaveras con mariposas en la panza, con flores en la oreja. Una primavera de calores humanos, de pieles rozadas y de ese perfume de amor transpirado. Primavera de orgasmos y sensaciones que llenan el alma. Sólo hace falta que abra la puerta fingiendo que no me esperaba, que nunca te lo hubiese imaginado, y qué sorpresa, pero pasá, no te quedes ahí parado, ¿querés tomar algo?, servite lo que quieras. Y yo, gracias porque a eso vine, a servirme lo que quiero en la luz tenue y cálida de tu noche, a beber de tu boca y brindar besos con sabor a primavera.
RR
Foto: Pablo Silicz
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