Te odio, ¿sabés? Te odio por todo esto. Te has metido adentro mío como
un hongo para contaminarme, para poseer aquello que no te pertenece. Te
detesto por hacerme sentir así. Cada vez que me levanto en la mañana me
pregunto qué estarás haciendo, dónde estarás y me enveneno. No me
interesás, ¿entendés? No me interesa saber de vos. Yo estoy bien como
estoy, sola o acompañada, a vos no tiene
por qué importarte. No tenés derecho a invadir mi vida de esta forma, a
tratar de hacerme creer que entre nosotros pasa algo porque... a ver si
lo entendés de una vez: ¡no pasa nada! Vos solo fuiste un instante y
ahora solo sos un recuerdo. Y si el instante fue maravilloso mientras
duró y tu recuerdo hoy me da escalofríos no tenés por qué aparecerte
así, de la nada, como ahora, en esta noche tan cálida donde las
estrellas que asoman en la ventana parece que dibujaran tu nombre en el
espacio, donde esa mitad vacía de la cama parece que me mirara como
reclamando tu presencia. No es justo todo esto, no es justo que cada
canción que suena en la radio te nombre de una u otra manera, no es
justo ver tu cara cada vez que trato de dormirme para apaciguar un poco
la cabeza que no deja de pensarte, de desearte, de provocarme esta ganas
tremendas que tengo de verte, de sentirte a mi lado y así
tranquilizarme, y darme cuenta de que vos sos el hombre que quiero, que
estoy sola. Pero solo por un rato más, hasta que corra desesperada a
buscarte. Te quiero.
RR
2 comentarios:
Mortal...me encanto!
Bueno, muchas gracias, me alegro mucho.
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